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El título de adolescencias en plural establece una apuesta por remarcar que existe una diversidad de formas de vivir la adolescencia y una pluralidad por tanto de adolescentes, cada uno con su experiencia y su historia particular, buscando y encontrando posibles salidas, las mismas que se autorizan desde la singularidad subjetiva de cada uno.
Abordar la adolescencia en la actualidad, en el siglo XXI, implica plantear cuestiones relativas al marco social contemporáneo, las condiciones económicas, el contexto cultural, ya que no hay adolescente sin Otro social, es decir, sin el entramado social de padres, profesores, instituciones, lazos sociales y todo un mundo de adultos que los acompaña y cuyo desafío es que estén a la altura de su función, sea en el marco que sea. Asimismo, el dinamismo del universo tecnológico, los cambios mediáticos producidos en las últimas décadas han suscitado fuertes transformaciones en la manera en que los adolescentes se relacionan con el Otro y el sentido que le atribuyen los jóvenes a la experiencia de ser joven.
Freud en su texto Psicología de las masas y análisis del yo señala que hay distintas maneras de hacer lazo desde el punto de vista de las identificaciones. De hecho el segundo modo de identificación citado en el texto, se ha vuelto típico de la época actual, en la medida que los ideales sociales caen y se produce un arrasamiento de la subjetividad. De hecho la presión del discurso capitalista con la ayuda de algunas ciencias, opera con un pragmatismo universal destinado a obtener una uniformización de los sujetos, sus respuestas y especialmente sus modos de vivir y de gozar.
Sin embargo, es necesario destacar que este programa globalizante encuentra su punto de fracaso en el retorno y la presencia de ciertos “movimientos sociales”, conformados por jóvenes y que se manifiestan en protestas violentas o en la “exacerbación de las tradiciones” que se presentan con la fuerza de un fundamentalismo actual, que intentan la invención de una identidad. La existencia de estos fenómenos es un desafío a la universalidad de lo “nuestro” y permite ubicar aquellas grietas desde donde se intenta reorganizar la diversidad.
Actualmente, es necesario destacar y, no se puede negar que la intensa migración campesina de origen fundamentalmente aymara, es un fenómeno que ha llevado a la ciudad de El Alto, a un crecimiento poblacional del 9% anual frente al crecimiento vegetativo de 2.8 % en el país. La dimensión de este flujo migratorio es totalmente desproporcional respecto al crecimiento y capacidad de respuesta en torno a: la planificación de vivienda, servicios básicos, escuelas, hospitales, servicios de salud, empleo, etc. Esto significa un crecimiento caótico, desorganizado, marcado por la frustración, el desempleo, la violencia, y la desestructuración de las redes sociales, familiares y de parentesco.
Asimismo, toda esta perspectiva genera transformaciones en las estructuras socio-culturales, de relacionamiento, cambio de actitudes, no solo en los hijos nacidos en la ciudad sino también en los padres, quienes se ven violentados en un espacio en el que existen practicas culturales diferentes y en un idioma distinto al que trajeron de su lugar de origen, cambios que se traducen y se vislumbran en las diferencias generacionales.
Si bien, por un lado, los padres intentan transmitir a sus hijos sus propias formas de ver y actuar en el mundo, que tienen referencia en la tradición y habitus culturales, por otro, los incentivan a adoptar, a apropiarse de otros significados que les permitan acceder a situaciones sociales tipificadas como superiores a la de los padres. Entonces se podría hablar de un doble discurso. Así, los hijos tienen la posibilidad de recodificar, refuncionalizar tanto este doble mensaje, como toda la información recibida en los colegios, los espacios sociales y sobre todo, aquellos mensajes difundidos por los medios de comunicación.
Los jóvenes de El Alto están expuestos a tener que estructurar un núcleo articulador de las tradiciones y los elementos culturales transferidos por las generaciones anteriores, el habitus campesino, con las nuevas prácticas sociales y culturales que deben enfrentar y alrededor de las cuales, las pautas de comportamiento, los ideales de los jóvenes se van configurando y constituyen las bases para las construcciones representacionales de identidades juveniles.
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5
Explicación:
muy buens