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Una de las hipótesis con las que está trabajando la comunidad científica es la opción de que el coronavirus SARS-CoV-2 sea menos transmisible en presencia de un clima cálido y húmedo, una posibilidad que podría reducir la incidencia de la enfermedad COVID-19 según avance la primavera, se vayan acercando los meses de verano y haga más calor. Por el momento, se trata sólo de una hipótesis, ya que, aunque hay estudios preliminares que apuntan en esa dirección, aún no existen evidencias científicas suficientes para afirmar que el virus sobrevive peor con el calor y que la pandemia podría atenuarse con la llegada de temperaturas más altas o con un clima más húmedo.
Se sabe que algunos virus de tipo respiratorio, como el de la gripe, se propagan más durante los meses de clima frío, y que por lo general, los demás coronavirus conocidos sobreviven peor a temperaturas más altas y mayor humedad que en entornos más fríos o más secos. Hay algunas razones que sustentan la estacionalidad de los virus en regiones templadas, pero aún falta información sobre si esta teoría puede aplicarse al nuevo coronavirus.
Entre las razones que podrían apoyar la hipótesis de una menor transmisión en primavera y verano están las puramente ambientales (posible menor transmisión con frío y poca humedad), las relacionadas con la actividad humana (más convivencia en interior en invierno, lo que aumenta los contactos) y las vinculadas al funcionamiento del sistema inmunitario (algunos estudios apuntan a una inmunidad general más débil en invierno).