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Se conoce a los Yachachiq como el conocedor o portador de conocimientos ancestrales prediciendo en si el clima, los dias de cultivo y cosecha y/o los desastres naturales futuros
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Esta experiencia nace en las comunidades campesinas de la microcuenca de Jabón Mayo, a cuatro mil metros de altitud sobre el nivel del mar, en la provincia de Canas, Cusco.
Gracias a la cultura del manejo de agua se aprovechan los recursos y potencialidades de la zona altoandina / Foto: autor
Los agricultores, a través de la Federación Departamental de Campesinos del Cusco (FDCC) y con el apoyo técnico del Instituto para una Alternativa Agraria (IAA), decidieron dar un salto y realizar un cambio radical en sus economías y estilos de vida. En 1994, se inició la ejecución de un modelo de desarrollo con el enfoque de “gestión integral de microcuencas”. Este enfoque propició un sistema de riego por aspersión para el manejo adecuado del agua y así dejar de depender exclusivamente de la lluvia. Se desarrolló un conjunto de tecnologías entre productivas, conservacionistas y de transformación. En esa oportunidad participaron 25 líderes llamados yachachiq (del quechua: campesinos líderes tecnológicos que saben y enseñan) quienes salieron a capacitar a otros lugares haciendo posible la réplica del modelo en el resto de las zonas rurales del país. Hoy, estos capacitadores campesinos han logrado formar 1.700 líderes distribuidos en diez departamentos del Perú.
En regiones montañosas la actividad agrícola forma parte de la cultura de las familias campesinas, desde hace miles de años. Los antiguos pobladores de los Andes supieron enfrentar con éxito las dificultades de una compleja y desafiante geografía y contaron siempre con terrenos apropiados para la agricultura. A través de la construcción de andenes o terrazas, aprovecharon las tierras ubicadas en laderas y las dotaron de una adecuada provisión de agua, para lo cual construyeron una compleja red de reservorios y canales de regadío. Estas técnicas, apropiadas para el manejo adecuado del espacio y recursos de la alta montaña andina, permitieron que la subsistencia de las poblaciones prehispánicas estuviese asegurada.
Hoy, entre los principales desafíos que enfrenta la agricultura en las zonas altas del departamento de Cusco están la poca fertilidad del suelo y la escasez de agua. La mayor parte de los cultivos son de secano o temporal, y solo algunos disponen de agua de manera constante. Aun así, su uso es poco eficiente pues el riego se realiza solo por gravedad, lo que propicia erosión de suelos en los terrenos destinados a la actividad agrícola, especialmente en las zonas de ladera. Estos desafíos constituyen factores de degradación de los recursos naturales con los que cuentan las familias campesinas para su supervivencia y, por lo mismo, limitan sus posibilidades de insertarse ventajosamente en la dinámica del desarrollo.
Situación de las familias campesinas
La microcuenca de Jabón Mayo se ubica entre los 3.700 y 4.500 metros sobre el nivel del mar, específicamente en la provincia de Canas, Cusco. La zona se caracteriza por presentar tres pisos altitudinales con características diferentes:
• Alto, con pastos naturales y laymes (terrenos de cultivo de papa por rotación)
• Medio, altiplánico, con pastos naturales, pastos cultivados, cultivos tradicionales y forrajeros
• Bajo, circunlacustre de altiplano
La temperatura media anual es de ocho grados centígrados, y la precipitación pluvial promedio es de 650 mm/año.
En 1994, las comunidades campesinas de la microcuenca enfrentaron una aguda crisis social y productiva. Las familias se encontraban desintegradas, no se aprovechaba el agua del río, y las tierras, mayormente pastizales, se dedicaban a la crianza del ganado vacuno criollo y a cultivos andinos tradicionales, como papa, oca (Oxalis tuberosa) y cereales destinados al autoconsumo. La desnutrición afectaba principalmente a los niños.
Esta situación sensibilizó a un grupo de agricultores, quienes organizados en la FDCC y con el apoyo del IAA, decidieron poner en práctica un innovador modelo de desarrollo, basado en la idea de tomar el agua como el eje dinámico que articula a los demás recursos naturales, y así, dejar de depender de la lluvia como única fuente de agua para los cultivos.
El proceso
El proceso se inició hace quince años, con una alianza entre los agricultores de la FDCC y los técnicos del IAA, quienes unieron esfuerzos con el objetivo de lograr una producción agrícola constante, la seguridad alimentaria de las familias y la sostenibilidad económica de la actividad agrícola. Para lograrlo, tuvieron como enfoque la gestión integral de la microcuenca.