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mmmm
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1. El lector y el detective deben estar en igualdad de condiciones para resolver el
problema.
2. El autor no tiene el derecho de emplear, con respecto al lector, trampas y
recursos distintos de los que el mismo culpable emplea con respecto al detective.
3. La verdadera novela policial debe estar exenta de intriga amorosa. Si se
introdujera el amor, se perturbaría el mecanismo puramente intelectual del
problema.
4. El culpable nunca debe ser el mismo detective o un miembro de la policía. Este
es un recurso tan vulgar como cambiar un centavo nuevo por una moneda de
oro.
5. El culpable debe ser identificado por medio de una serie de deducciones, no
por accidente, por casualidad o por confesión espontánea.
6. En toda novela policial, por definición, debe haber un policía. Y ese policía
debe hacer su trabajo, y hacerlo bien. Su misión consiste en reunir las huellas
que nos llevarán al descubrimiento del individuo que cometió la fechoría en el
primer capítulo. Si el detective no llega a ninguna conclusión satisfactoria, por
medio del análisis de las huellas que reunió, eso significa que no logró resolver el
problema.
7. Una novela policial sin un cadáver, no puede existir. Me permito decir también
que cuanto más muerto está el cadáver, mejor será. Porque dar a leer unas
trescientas páginas sin presentar siquiera un solo asesinato, es demasiado pedir a un lector de
novelas policiales. Con algo hay que compensar su gasto de energía. Nosotros,
los norteamericanos, somos esencialmente humanos; por eso un bello asesinato
nos provoca un sentimiento de horror y el deseo de venganza.
8. El problema policial debe solucionarse con recursos estrictamente realistas.
9. En una novela policial digna de ser considerada como tal no debe haber más
de un detective. Reunir el talento de tres o cuatro policías para poder atrapar al
bandido equivaldría no sólo a dispersar el interés y a perturbar la claridad del
razonamiento, sino, además, a tomar una ventaja desleal con respecto al lector.
10. El culpable debe ser siempre un personaje que desempeña un papel más o
menos importante en la historia, es decir, alguien a quien el lector conoce y por
quien se interesa. Si en el último capítulo se adjudica el crimen a un personaje
que se acaba de introducir o que desempeñó durante toda la intriga un papel
insignificante, ello demostraría la incapacidad del autor para medirse de igual a
igual con el lector.
11. El autor nunca debe elegir al criminal entre el personal doméstico: valet,
lacayo, cocinero u otros. Hay que evitarlo por principio, porque es una solución
demasiado fácil. El culpable debe ser alguien que valga la pena.
12. El culpable debe ser uno solo, sean cuantos fueren los crímenes. El lector
debe poder concentrarse contra una sola alma sórdida.
13. Las sociedades secretas, las mafias, no pueden tener cabida en una novela
policial. El autor que las incluye pasa al terreno de la novela de aventuras o de la
novela de espionaje.
14. El modo en que se comete el crimen y los medios que van a llevar al
descubrimiento del culpable deben ser racionales y científicos. La seudociencia,
con aparatos puramente imaginarios no puede ser admitida en la novela policial.
15. La solución final del enigma debe ser visible a todo lo largo de la novela,
siempre, por supuesto, que el lector sea lo suficientemente perspicaz como para
descubrirla. Quiero decir con esto que si el lector releyera el libro, una vez que el
misterio está resuelto, advertiría que en algún sentido la solución estaba a la vista
desde el principio y que. todas las huellas permitían identificar al culpable, y que
si él hubiera sido tan perspicaz como el detective, habría podido descubrir el
secreto sin necesidad de leer el libro hasta el final. Está de más decir que esto
ocurre, en efecto, con mucha frecuencia. Hasta me atrevo a afirmar que es
imposible ocultar el secreto a los lectores hasta el final, si la novela policial está
construida lealmente y bien. Por eso siempre habrá cierto número de lectores
que demostrarán ser tan sagaces como el autor. Y en esto reside el valor del
juego.
16. En la novela policial no debe haber largas descripciones, análisis sutiles o
preocupaciones de 'atmósfera', porque perturban cuando se trata de exponer
claramente un crimen y buscar al culpable. Retardan la acción y dispersan la