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Respuesta:
En el mundo digital la identidad asume una dimensión diferente a la existente en el mundo real. Mientras que en este último la identidad representa los atributos que definen a una persona, organización e institución, en el mundo digital se refiere al proceso por el cual un usuario – individuo, puesto de trabajo, periférico, punto de acceso – es reconocido por el sistema de tratamiento de datos al introducir un nombre unívoco. En respuesta, el sistema inicia el proceso de autenticación que verifica la identidad declarada.
Pero, ¿quieren los usuarios ser identificables en todo momento o prefieren utilizar la oportunidad que brinda el sistema de mantener el anonimato para realizar determinadas transacciones? Internet permite la coexistencia de ambas situaciones: es posible utilizar la identidad digital para acceder a ámbitos que demandan un reconocimiento efectivo – empresas, banca, universidades, administraciones – o hacer uso de la identidad virtual ocultando la identidad real.
La identidad virtual es un fenómeno creciente e imparable, favorecido por la proliferación de los procesos de registro en Internet. En este universo de identidades ficticias las situaciones internas son conflictivas, motivadas por el interés de unos usuarios de proteger su identidad real y de otros usuarios interesados en descubrirla para distintos usos. Un ejemplo de esta doble dirección de intereses se constata en los foros, blogs, páginas web personales – inclusive hackers – por un lado, y la posibilidad de rastreo de identidad que ofrecen los buscadores por otro.
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