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La esclavitud negra fue un régimen laboral forzoso introducido en el Nuevo Mundo para compensar la baja demográfica de los indígenas y, conjuntamente, obtener una mayor rentabilidad económica mediante la explotación de la minería, principalmente de oro y plata. Hacia el siglo XV, esta no era una institución nueva en la península ibérica, puesto que desde la Edad Media existieron esclavos de diversas naciones: árabes, sarracenos, eslavos, búlgaros, rusos, tártaros, griegos y de otras zonas de Europa oriental. No obstante, se encontraba en plena fase de decadencia.
El descubrimiento de las Indias provocó consecuencias importantes. Instauró un tráfico internacional de seres humanos, reorientando el comercio interno de esclavos en África hacia Europa y América. Además, junto con revitalizar una institución alicaída, transformó a África en el centro de abastecimiento por excelencia. Desde entonces, el término "negro" se transformó en sinónimo de esclavo.
Para que la esclavitud operara como sistema, requirió de una ordenación jurídica y de una ideología que la sustentara. Desde el siglo XIII que en España existió una extensa legislación esclavista, la cual sirvió de modelo y base para regular la relación entre amos y esclavos en el territorio indiano, incluido el reino de Chile. Así, entre los siglos XVI y XVII, ya en plena colonización americana, diversos teólogos y juristas elaboraron una serie de argumentos para legitimar esta institución.
En Chile, la esclavitud negra permaneció cerca de tres siglos, desde 1536 hasta 1823, aunque en el conjunto del aparato productivo colonial fue una relación de trabajo secundaria. Durante ese tiempo nunca se impuso como el principal régimen laboral, pues coexistió y compitió con otros de mayor peso como la encomienda, el inquilinaje, el peonaje, la esclavitud indígena, entre otros.
Los primeros contingentes de esclavos arribaron a Chile como integrantes de las huestes de Diego de Almagro y Pedro de Valdivia. El rol de los negros durante el descubrimiento y la conquista fue el de sirvientes domésticos y soldados. No obstante, desde fines del siglo XVI, el descenso de la población indígena en momentos en que la economía se volcaba hacia la exportación de productos ganaderos, produjo una severa crisis laboral que fue subsanada, en parte, con la importación de esclavos negros desde África. Lo que en un principio fue un traslado señorial de criados, derivó en una lucrativa actividad comercial, un mercado de abastecimiento de mano de obra que extendió la trata negrera hacia nuestro territorio.
El mayor auge de africanos en Chile fue entre 1580 y 1640. A pesar de ser el momento de mayor demanda, la importación se frenó bruscamente producto de la guerra entre España y Portugal (1640-1668). Portugal, principal proveedor de esclavos, no solo se indispuso con la Corona española, sino que perdió varios enclaves esclavistas en África. Esta segunda crisis laboral, profundizada por el terremoto de mayo de 1647 y las posteriores pestes, fue solucionada con la ocupación de mestizos libres.
En el siglo XVIII, esta institución perdió importancia en el ámbito rural y se volvió mas urbana. Durante los asientos francés (1702-1713) e inglés (1713-1738) ambos países ostentaron el monopolio para ingresar esclavos a América, respectivamente. Con ello, Chile se transformó en una zona de distribución de mano de obra negra desde Buenos Aires a Lima, más que un centro de absorción.
Los estudios historiográficos de la esclavitud en Chile han centrado su análisis principalmente en el Santiago colonial. Ahí la esclavitud negra se tornó más mulata, debido a la activa participación del negro en el mestizaje. En la ciudad, la Iglesia y el Estado intervinieron celosamente en la relación amo-esclavo y una de sus preocupaciones fue la evangelización de los negros. Los esclavos urbanos asumieron un rol más activo y aprovecharon los resquicios del sistema para mejorar su condición humana, utilizando diversas estrategias como la manumisión y la petición judicial.
La abolición de la esclavitud negra se produjo el 23 de junio de 1823, por iniciativa de José Miguel Infante. Anteriormente, en 1811, durante el gobierno de José Miguel Carrera, se había promulgado la ley de libertad de vientres, promovida por Manuel de Salas. Sus alcances, sin embargo, fueron interrumpidos constantemente por la guerra de Independencia.
Según Guillermo Feliú Cruz, cerca de 5.000 esclavos se beneficiaron con esta medida y la desaparición de esta institución no produjo problemas civiles ni raciales profundos como en otros países de América. Los negros y sus mezclas se fundieron con el resto de la población. Aunque no en el grado de otros pueblos latinoamericanos, aún se pueden observar algunas manifestaciones de la herencia africana, principalmente en el folclor y en la cueca.
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