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EL LEÓN Y EL RATÓN.
Una tarde de otoño, el león más feroz de la selva se sentó un ratito y, con el agradable calor del sol, se quedó dormido en un santiamén.
Un pequeño ratón, que regresaba a su hogar, lo vio dormido y se acercó para tocar su suave melena.
Pero con el movimiento de sus patitas, el león se despertó de muy mal humor. – ¿Quién osa despertarme de mi siesta? – gritó mientras agarraba de la colita al pequeño ratón.
– Discúlpeme, señor león, no quería molestarlo. Es que lo he visto dormido y no he podido resistirme a tocar su preciosa melena – dijo el ratón entre gemidos de terror.
El león, que no quería seguir hablando, abrió su enorme boca para devorar al ratón.
Entonces, el ratón gritó – Por favor, señor león, no me coma, prometo no volver a molestarlo nunca más.
El león se apiadó del ratoncito y le dijo – está bien, no te comeré. Me pareces un ratón muy simpático, pero no vuelvas a molestarme –
– Gracias, señor león – dijo el ratón, que al verse libre prometió al león que, si algún día lo necesitaba, ahí estaría para ayudarlo.
El león se echó a reír – ¡Un ratón tan pequeñito! ¿Cómo podrías tú ayudarme a mí? –
Y cada uno se fue por su camino.
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LA LIEBRE Y LA TORTUGA
LA LIEBRE Y LA TORTUGA CUENTO CON MORALEJA. La liebre y la tortuga es una fábula del escritor griego Esopo. donde la tortuga va a dar una gran lección a la liebre.
Si te gustan las fábulas de animales te animamos a leer nuestro cuento Terrorífico tobogán donde el pato aprenderá que cada animal tiene sus miedos.
CUENTOS CORTOS DE ANIMALES
TERRORÍFICO TOBOGÁN
FÁBULA DE LA LIEBRE Y LA TORTUGA.
La liebre era bien conocida entre el resto de los animales. Se pasaba el día entero corriendo de un lado a otro. Si no estabas muy atento, puede que no llegaras a ver más que el polvo del camino a su paso.
La tortuga, sin embargo, caminaba siempre lenta. Todos le decían – cuidado tortuga, que a ese paso se va a hacer de noche –
La liebre era la que más se burlaba de la tortuga – ¡Vamos tortuga, no corras tanto que te vas a cansar! – repetía entre risas.
Como cada mañana, la tortuga salió de su casa para hacer algunos recados.
En esto que se encontró a la liebre, corriendo de un lado a otro sin saber muy bien hacia dónde iba.
– Tortuga, quítate del camino que vas muy lenta. – gritó la liebre antes de adelantarla a la velocidad del rayo.
La tortuga ya estaba cansada de que la liebre fuese tan grosera y se burlase de ella, así que, ni corta ni perezosa, hizo una propuesta sorprendente a la liebre.
– Si soy tan lenta, no te importará hacer una carrera conmigo, ¿verdad? – preguntó la tortuga.
– ¿Quiénes?, ¿tú y yo? – Contestó la liebre entre burlas.
– Sí, estoy segura de que te ganaría – respondió la tortuga muy segura de sí misma.
– ¿Tú vas a ganarme a mí? – se carcajeaba la liebre. – Sí, claro que acepto. Será la apuesta más fácil de ganar de toda mi vida.
– Bien, dejemos nuestras apuestas bajo el árbol y decidamos cuál va a ser el recorrido y dónde estarán la salida y la meta. -Dijo la liebre.
LA LIEBRE Y LA TORTUGA CUENTO CON MORALEJA
Y así lo hicieron. La expectación era tan grande que los demás animales se acercaron para ver la competición y, de paso, apostar por la liebre, pues todos pensaban que la tortuga no tenía nada que hacer.
La golondrina se colocó junto a los contrincantes y dio la salida – ¡Preparados, listos, ya! –
La tortuga arrancó con su paso lento, pero seguro.
Sin embargo, la liebre era tan engreída que no se movió de la línea de salida – te dejaré ventaja para no abusar – se reía.
Pasado un buen rato, la liebre comenzó a correr y, pronto, había alcanzado a la tortuga. – ¡Adiós señora! –
Cuando la liebre vio que había conseguido una gran ventaja sobre la tortuga, decidió sentarse bajo la sombra de un árbol a descansar.
No podría decir cuanto tiempo durmió la liebre, pero cuando despertó y alzó la mirada pudo ver a la tortuga que ya estaba llegando a la meta.
La liebre corrió todo lo que pudo, pero de nada le sirvió y fue la tortuga la que ganó la carrera.
Todos los animales aplaudieron el esfuerzo y la perseverancia de la tortuga y la liebre aprendió una gran lección.
No está bien burlarse de los demás, pues el camino hasta la meta puede darte muchas sorpresas.
FIN
Moraleja: no se debe uno burlar de los demás, ni presumir o ser vanidoso.