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el Ecuador como en varios países latinoamericanos, los pueblos descendientes comparten una
historia caracterizada por la violencia simbólica, epidémica y estructural, una violencia que tanto en sus
formas abiertas como en la encubiertas, está vinculada a procesos de disciplina miento colonial y cultural
(Rivera,1993). Esta violencia que se inició con la experiencia de esclavitud luego se institucionalizó en las
estructuras, instituciones, representaciones, prácticas y actitudes racial izadas de la sociedad, aquellas
que, hasta hoy, sobrevolaran la “blancura” e in visibilizan el ser negro. Como decía Nina de Friedemann,
la invisibilidad es una estrategia que ignora la actualidad, la historia y los derechos de grupos;“su
ejercicio implica el uso de estereotipos entendidas como reducciones absurdas de la complejidad cultural,
que desdibujan peyorativa mente la realidad de los grupos así victimados” (citado en Montaña,2000:58)
Además de desdibujar realidades, niega, oculta y subalternara la agencia del pueblo negro y su subjetividad, pero también su conocimiento.
Esta realidad se extiende al campo académico donde, a pesar del creciente interés en estudiar los movimientos culturales y sociales, la subjetividad y prácticas intelectuales que construyen y ejercen estos movimientos y sus líderes permanecen prácticamente insensibilizael Ecuador como en varios países latinoamericanos, los pueblos descendientes comparten una historia caracterizada por la violencia simbólica, epidémica y estructural, una violencia que tanto en sus formas abiertas como en la encubiertas, está vinculada a procesos de disciplina miento colonial y cultural (Rivera,1993). Esta violencia que se inició con la experiencia de esclavitud luego se institucionalizó en las estructuras, instituciones, representaciones, prácticas y actitudes racial izadas de la sociedad, aquellas que, hasta hoy, sobrevolaran la “blancura” e in visibilizan el ser negro. Como decía Nina de Friedemann, la invisibilidad es una estrategia que ignora la actualidad, la historia y los derechos de grupos;“su ejercicio implica el uso de estereotipos entendidas como reducciones absurdas de la complejidad cultural, que desdibujan peyorativa mente la realidad de los grupos así victimados” (citado en Montaña,2000:58)
. Enfocarse no sólo en las políticas de identidad, resistencia y movilización de los movimientos sino en sus procesos de pensar permite ir más allá de la diferencia cultural y la oposición en sí; al apelar e interrogar el entretejido de lo cultural con o que Aníbal Quijada (1999) denomina la colonialidad de poder un patrón configurado sobre la base de la clasificación social-racial que ha servido a subalternizar no sólo los grupos sino sus conocimientos.
También permite tender puentes entre las experiencias y los saberes del pasado y del presente, de estallar la fuerza intelectual al interior y de moldear una pedagogía dirigida hacia el futuro.
Este artículo explora el pensar del emergente movimiento faro en el Ecuador, haciendo resaltar los elementos centrales que contribuyen a su actual nacionalización y construcción desde la heterogeneidad negra
. En sí, hace un aporte al campo de los estudios culturales y otras prácticas en cultura y poder, porque pone de relieve los procesos y prácticas a la vez culturales, políticos e intelectuales de los actores sociales afroecuatorianos
. Procesos y prácticas al interior del movimiento que rescatan y reinventan conocimientos legitimados y trastornan el blanqueamiento, lacolonización interna y “los imperios conceptuales que desdibujan nuestras realidades” (García,2001b:81). Procesos y prácticas afroecuatorianos y afroamericanos que buscan la intervención en los ámbitos de la cultura y del poder, ambos cruzados por la colonialidad pasada y presente.
Más que informar o documentar, el artículo representa un esfuerzo de reflexionar sobre un proceso iniciado durante 2001 por los autores y con las organizaciones y grupos negros del país, un proceso de debate, discusión y diálogo sobre temas identificados por estos grupos como ejes centrales del movimiento naciente. De manera poco tradicional, representa un intento de escribir con en vez de sobre; de armar una reflexión compartida entre dos intelectuales activistas, una (blanca) cuyo ámbito principal de trabajo es la universidad y otro (ecuatoriano) dedicado principalmente a las luchas de nivel de comunidad, autodenominado como obrero del proceso :Los hermanos dicen que soy el Bambero Mayor, eso es un personaje un poco como ancestral que guía, que orienta, que propone políticas, que ayuda a la creación de propuestas. Yo me auto defino más como un obrero del proceso (J.G.)
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