Respuestas
guardián se asomó por la ventana de la torre.
Respuesta:
El sabio Feng solía decir que “el caso del tapiz” había sido uno de los más tristes que le había tocado resolver. Al revés de los otros misterios en que había participado, lo acongojaba menos el crimen que su resolución. Los hechos sucedieron así: el capitán Fu, de los Ejércitos del Norte, llevó en persona un importante mensaje para el emperador. Una vez entregado el mensaje, se le dijo que la redacción de la respuesta tardaría dos días. Mientras su comitiva descansaba, el capitán se dedicó a pasear por los jardines del palacio. Su interés por la arquitectura antigua lo llevó a visitar una torre apartada, y a subir por los gastados escalones. La torre, otrora un puesto de vigía, funcionaba desde hacía casi un siglo como depósito de alfombras y tapices. Al amanecer, uno de los jardineros encontró al capitán muerto al pie de la torre. Su cuerpo estaba envuelto en un tapiz, bien sujeto con correas de cuero. Las marcas en la tierra eran inequívocas: el capitán había sido arrojado desde lo alto de la torre.
Las primeras investigaciones se centraron en el mensaje que debía llevar el capitán. Pero no se llegó a ninguna conclusión. ¿A quién le interesaría matar a un capitán que ya había entregado su mensaje? Se lo podía reemplazar con facilidad. Tampoco parecía haber razones personales en el crimen, ya que en el palacio nadie lo conocía. Ante la falta de respuesta, el consejero imperial Lin mandó llamar, como había hecho otras veces, al sabio Feng.
El consejero Lin lo llevó al pie de la torre y le mostró el lugar exacto donde había caído el cuerpo.
–Creemos que el asesino lo dejó inconsciente de un golpe, y luego lo amortajó con el tapiz.
–Mortaja anticipada –dijo Feng– ya que el capitán estaba todavía vivo.
–Así es. Luego lo arrojó por la ventana de la torre. Nadie conocía al capitán. ¿Quién querría matarlo?
El sabio Feng se inclinó a estudiar la hierba allí donde había caído el cuerpo.
–El capitán había hecho un largo viaje. ¿Por qué, en vez de descansar, vino a este sitio tan apartado? ¿Necesitaba encontrarse con alguien?
–El capitán Fu era un estudioso de nuestra arquitectura. Se ofrecía de mensajero aun en misiones peligrosas sólo para conocer torres y murallas.
A pedido de Feng, el consejero hizo llamar al guardián de la torre, un sirviente llamado Dan. El anciano apareció arrastrando los pies. Dijo conocer la fama de Feng y sentirse muy impresionado de estar ante su presencia. Dijo también que tenía el sueño pesado; y que no había oído al capitán subiendo por las escaleras. Tampoco sabía nada de su caída.
–¿Cómo pudo entrar el capitán en la torre, sin que usted le abriera la puerta? –quiso saber Feng.
–La puerta de la torre siempre está abierta. Cualquiera puede entrar. Ya nadie se preocupa por las alfombras y tapices que se guardan aquí –dijo melancólicamente el anciano Dan.
El sabio Feng despidió al viejo custodio y se volvió hacia el consejero Lin.
–Lo que me extraña es el tapiz. Los asesinos prefieren simular accidentes o suicidios. ¿Por qué llamar tanto la atención? Tal vez el tapiz nos dé alguna idea.
El consejero Lin le pidió que lo acompañara a la tintorería imperial, que estaba dividida en 49 secciones. Cuando el consejero pidió el tapiz, el tintorero mayor lo hizo traer de inmediato y lo extendió en una gran mesa de mármol. El tapiz representaba a una muchacha muy hermosa, rodeada de pájaros. Feng observó que grandes hormigas recorrían el tejido.
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