Respuestas
Respuesta:
Lunacharsky, comisario del pueblo para la instrucción pública, había dado permiso a los pintores futuristas de decorar Moscú, y habían transformado los puestos de un mercado en flores gigantescas. El gran lirismo, hasta entonces confinado en los círculos literarios, buscaba para sí mismo nuevas vías en las plazas públicas. Los poetas aprendían a declamar o a salmodiar sus versos ante grandes auditorios venidos de la calle.3
En aquellas primeras décadas, el nombre de Anatoly Lunacharsky aparece frecuentemente unido a las tentativas de experimentación más radicales en el arte y la vida nacidas de la experiencia de la revolución. Lo dijo Mariátegui en un ensayo publicado en 1923 en la revista Variedades: “Quien más profunda y definitivamente está revolucionando a Rusia es Lunatcharsky”. Lo dijo de manera diferente Adolfo Sánchez Vázquez, quien en 1975 construyó una importante recopilación de los textos de Lunacharsky, complementaria de su clásico Estética y marxismo de 1970, dando luz de esa manera a una posición alternativa, matizada y crítica, a las aporías del realismo socialista considerado en aquel entonces doctrina oficial del comunismo soviético. Y lo dijo, todavía más adelante, el teólogo italiano Giulio Girardi, quien en 1983 hizo una sugerente radiografía de la política cultural del sandinismo y propuso enmarcar dicha política en los grandes debates sobre estética y experimentación iniciados por los amigos de Lunacharsky en su enfrentamiento con Lenin (los sandinistas, dice Girardi, estarían continuando la tradición de los primeros).4Anatoly V. Lunacharsky, Sobre la literatura y el arte, selección y prólogo de Adolfo Sánchez Vázquez, México, Grijalbo, 1975. Giulio Girardi, Fe en la revolución, revolución en la cultura, Managua, Ediciones Nueva Nicaragua, 1983.
Explicación: