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Conflicto bélico
Probablemente (junto con el amoroso) es el conflicto narrativo más antiguo de la literatura universal. El combate de unos pueblos contra otros todavía centra la atención de muchos reporteros de guerra. O bien incluso la recreación de batallas pasadas o conflictos armados de toda índole.
La figura prototípica del héroe nace en la literatura mundial al contar las hazañas del mismo.El caso más claro es la Ilíada de Homero (Aquiles, Héctor, etc.). A veces el énfasis se coloca en individuos concretos que personifican la lucha (por ejemplo, Napoleón contra el zar de todas las Rusias). Una variante sería el conflicto armado entre un grupo de individuos contra otro.
Conflicto histórico
Puede ser una variante del anterior si se basa en hechos bélicos. Sin embargo, el conflicto narrativo también puede focalizarse en un contexto histórico determinado. Será necesaria una gran documentación para no incurrir en anacronismos. Siempre es un peligro que nuestros personajes piensen y sientan desde la actualidad y no en el marco histórico y cultural que tenemos que prefijar de antemano.
Conflicto político
El conflicto narrativo, en este caso, se centra en los aspectos políticos o ideológicos que llevan a los personajes a mantener determinadas posturas personales. La lucha por el poder suele ser un leit motiv bastante usual en estos casos.
Conflicto social y cultural
Si nos olvidamos un momento de la cruda lucha por el poder (que da mucho juego en diversos géneros novelísticos), también el conflicto narrativo puede girar sobre las concepciones del mundo de determinados personajes enfrentados a su entorno socio-cultural.
MÁS TIPOS DE CONFLICTO NARRATIVO
Conflicto interior
En ocasiones el conflicto narrativo involucra fuerzas opuestas dentro de un mismo individuo. Es posible que se trate de cuestiones morales o éticas (por ejemplo, en Crimen y castigo) o bien de tendencias y actitudes patológicas, que hacen sufrir al individuo y le urgen a encontrar una solución a su problema concreto. Es un tema que proporciona mucho juego en todo tipo de historias.
Conflicto amoroso
Es de los más antiguos en la literatura de ficción de cualquier época. El amor en su rica variedad de formas múltiples (incluidas las sexuales) ha proporcionado y proporciona infinidad de variantes para armar todo tipo de tramas. Desde el thriller con fondo amoroso hasta la inmensa producción de todo tipo de novela sentimental. Es rara la novela que no contenga una historia amorosa, aunque sea colateral o paralela a la historia principal.
Conflicto familiar
En el mundo de los afectos el ámbito familiar es decisivo para idear un conflicto narrativo. También es muy raro que en cualquier obra de ficción no aparezcan familiares de los protagonistas (o de antagonistas) y todo tipo de problemáticas relacionadas con ellos. Pensemos, por ejemplo, en El padrino (novela o películas). Bajo la capa del género de gángsteres se desarrolla asimismo una rica flora “familiar”: en todos los sentidos, también en el específicamente mafioso.
Conflicto con cualquier tipo de autoridad o poder
En este apartado podemos incluir un número indefinido de conflictos según la óptica que hayamos querido introducir en la trama. Basta con pensar en padres/hijos, profesores/alumnos, patronos/empleados, amos/sirvientes, oficiales/soldados, etc.
El conflicto narrativo es susceptible de ser enfocado desde muchos ángulos diferentes e introducir las aristas pertinentes. Un mismo tipo de conflicto narrativo puede ser focalizado desde muy distintas perspectivas por autores distintos. Por eso mismo es inagotable la producción de ficción narrativa.
CLAVES PARA UTILIZAR EL CONFLICTO NARRATIVO
Lo primero que hay que decir es que hay que huir de los clichés. Uno de ellos consiste en el abuso de la descripción de situaciones cotidianas. No tiene mucho sentido andar describiendo (en la era de la imagen) una casa o un camino, da igual. Salvo que sean “personajes” también de la historia, que puede darse el caso en ocasiones. Muchos escritores noveles hacen caso omiso de este fundamental consejo y comienzan a escribir de esta manera:
“Fulanito se acercó a la repisa de la chimenea y jugó con una figurita de marfil. Después se dirigió a la ventana, volvió sobre sus pasos y se encaminó a la cocina. Abrió el frigorífico y sacó la mantequilla. Se sentó en la mesa de caoba y se preparó una tostada, etc., etc.”
Todos sabemos que hay multitud de actos cotidianos y también sabemos cómo se hacen. No hace falta incluirlo en las narraciones. Salvo, claro está, que el acto sea esencial precisamente para entender el conflicto narrativo subyacente.
Hay que determinar desde el principio la corriente principal (la fuerza, por decirlo de otro modo) que recorre la espina dorsal de la narración. Esa fuerza, que da sentido a la acción, a que ocurran acontecimientos que atrapan la atención del lector, a que interactúen los personajes entre ellos… es el conflicto narrativo.
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