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leer por placer, leer para aprender, leer para comprender, leer para descubrir…La lectura nos entrega sensaciones y momentos de disfrute que en su esencia no son
comparables a los de otras experiencias. Nos abre una
vía de comunicación con los demás, y también nos conduce al conocimiento, a través de caminos que cada
lector recorre de acuerdo con sus intereses y motivaciones.
Hoy en día, la dinámica social está condicionada por una
cultura mediática que nos enfrenta continuamente a situaciones en las que es indispensable contar con un manejo básico de las claves de la comunicación (oral, visual,
escrita...) para poder desenvolvernos con solvencia en
múltiples ámbitos. Estas claves se ejercitan de manera sustantiva con el hábito de la lectura, que en correspondencia con esta situación ha desarrollado nuevas prácticas y
asumido nuevas funciones. Por otro lado, frente al carácter cada vez más utilitario de la misma (razonable y necesario en su adecuada medida) y la potencial amenaza
que pudiera suponer para ella la influencia de otras fórmulas de comunicación o de ocio más impactantes o
proclives a la satisfacción de lo inmediato, se observan
alentadores indicios que hacen pensar en su progresiva
social como opción de entretenimiento.
Son muchos y de distinta índole los argumentos que justifican de modo concluyente el papel decisivo que debe
desempeñar la lectura -y por tanto su enseñanza- en
nuestros días; pero tal vez por encima de todos ellos se
deba apelar al hecho de que en ella se apoyan los cimientos de la educación, y en esta, a su vez, los valores y
actitudes que definen a una sociedad moderna en la
que se promueve la igualdad de oportunidades y se fomenta la convivencia democrática y solidaria.
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El hábito de la lectura ayuda a desarrollar algunas de las capacidades humanas imprescindibles para el progreso del individuo a nivel
personal, profesional y social, tales como la posibilidad de entender
e interpretar correctamente lo que un texto, una voz o una imagen
nos transmiten, las habilidades de la comunicación oral y escrita, la
capacidad para relacionarnos con otros y, en definitiva, la posibilidad de entender el mundo que nos rodea y de conocernos mejor.
Porque leer, en cierto modo, es emprender un viaje al interior de
uno mismo, en un acto en el que el lector no consume el texto pasivamente sino que se lo apropia, lo interpreta y lo entremezcla con
su concepción de las cosas y sus propios valores. Y es en la reiteración de esta experiencia donde el lector se construye.
En la sociedad actual, llamada de la información, en la que la tecnología ha irrumpido con fuerza, instaurando nuevos modos de comunicación y de trasmisión de conocimientos que llenan los
espacios virtuales con una cantidad ingente de documentos, educar en la lectura es más difícil que antes pero también más importante y necesario. Información no es sinónimo de conocimiento.
Antes de convertirse en él, la primera debe ser localizada, analizada, a menudo comparada e interpretada, acciones que definen el
camino que el lector competente recorre a través, precisamente,
de una lectura analítica y crítica. Podemos afirmar que uno de los
retos sociales de nuestro tiempo es a leer, incorporando nuevos modos de lectura sin abandonar otros que
hemos venido utilizando siempre.
En este contexto, en el que
la lectura adquiere un estatus de herramienta imprescindible para el desarrollo
social y se convierte, por
tanto, en una necesidad irrenunciable de cualquier individuo, leer no debe ser sólo una
práctica ocasional o voluntaria,
sino el ejercicio de un derecho
ciudadano de primer orden.
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La importancia de la lectura
«La literatura nos da simplemente palabras y las palabras nos dan la vida.
Necesitamos las palabras
para vivir
en «El hombre que tomó a su
mujer por un sombrero»
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El mejor camino para consolidar el hábito de la lectura y conseguir
un auténtico lector, que sea capaz de dominar las técnicas de lectura y escritura y de utilizarlas eficazmente, es enfocar la educación
lectora de los niños y adolescentes desde una perspectiva que
tenga en cuenta la amplitud de códigos y de formatos a través de
los cuales se establece la comunicación humana en la sociedad
de nuestros días. En este ámbito, la lectura no es sólo una técnica
de sino un medio de comunicación en sí mismo, tan
complejo como lo es el mapa de lenguajes (escrito, visual, , que utilizamos.
Por ello, la enseñanza de la lectura debe buscar la formación de un
lector polivalente, capaz de analizar y valorar los
distintos textos e informaciones a los que se acerca, y de afrontarlos
desde una postura crítica que tenga en cuenta no sólo los mensajes sino también sus contextos y le permita extraer conclusiones y
emitir juicios personales.