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El General José de San Martín es considerado por la historiografía argentina como el héroe máximo de los argentinos. Se lo menciona como el “Padre de La Patria”. La literatura lo llamó "El Santo de la Espada"; el “Libertador de América”.
José de San Martín
José de San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, provincia de Corrientes, en lo que era el Virreinato del Río de la Plata. Vivió en España donde sirvió como oficial en el ejército español. Simpatizando con los esfuerzos de las colonias americanas de España por ganar su libertad, volvió al Río de la Plata en 1812 y comenzó a organizar las milicias conocidas como granaderos a caballo, para ayudar en la lucha por la Independencia.
En 1817 incentivó a las fuerzas revolucionarias a cruzar la Cordillera de los Andes a la altura de la provincia de Mendoza; derrotó a los españoles en Chacabuco y ocupó la ciudad de Santiago de Chile. En 1818, luego de la decisiva victoria en Maipú, se estableció un gobierno nacional en Chile, cuya presidencia le fue ofrecida a San Martín; cargo que declinó en favor de uno de sus lugartenientes, el chileno, Bernardo O´Higgins.
En 1820, San Martín organizó una expedición para liberar a Perú del dominio español. Derrotó al ejército realista en Pisco, en diciembre de 1820, y ocupó Lima, donde, un 28 de julio se proclamó la independencia del Perú y fue declarado protector de dicho país. El año siguiente se vio forzado por la resistencia española a requerir ayuda militar del general y libertador de Venezuela Simón Bolívar. Las diferencias políticas entre ambos hicieron que, en septiembre de 1822, San Martín resignara el mando del ejército en Simón Bolívar. En 1824 abandonó el Río de la Plata con destino a Europa; residió en Boulogne-Sur-Mer (Francia) hasta su muerte el 17 de agosto de 1850.
Cada 17 de agosto, a las 15 horas, momento de su paso a la inmortalidad, se recuerda al prócer, en el "Día del Libertador”. Fue, sin dudas, un revolucionario argentino y sudamericano, uno de los principales líderes del movimiento de Independencia en Sud América.
Se han escrito ríos de tinta sobre José de San Martín. Entre todas esas obras es interesante la mirada de Bartolomé Mitre en Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana, donde aclara y sintetiza.
Dar expansión a la revolución de su Patria que entrañaba los destinos de la América, salvándola y americanizándola, y ser a la vez el brazo y la cabeza de la hegemonía argentina en el período de su emancipación, combinar estratégica y tácticamente en el más vasto teatro de operaciones del orbe, el movimiento alternativo simultáneo y las evoluciones combinadas de ejércitos o naciones, marcando cada evolución con un triunfo matemático y la creación de una nueva república, obtener resultados fecundos con la menor suma de elementos posibles y sin ningún desperdicio de fuerza, y por último legar a su posteridad el ejemplo de redimir pueblos sin fatigarlos con su ambición o su orgullo, tal fue la múltiple tarea que llevó a cabo en el espacio de un decenio y la lección que dio este genio positivo, cuya magnitud circunscripta puede medirse con el compás del geómetra dentro de los límites de la moral humana.
De aquí, la unidad de su vida y lo compacto de su acción en el tiempo y en el espacio en que se desarrolla la una y se ejercita la otra. Toda su juventud es un duro aprendizaje de combate. Su primera creación es una escuela de táctica y disciplina. Su carrera pública es la ejecución lenta, gradual y metódica de un gran plan de campaña, que tarda diez años en desenvolverse desde las márgenes del Plata hasta el pie del Chimborazo. Su ostracismo y su apoteosis son la consagración de esta grandeza austera, sin recompensa en la vida, que desciende con serenidad, se eclipsa silenciosamente en el olvido, y renace en la inmortalidad, no como un mito, sino como la encarnación de una idea que obra y vive dilatándose en los tiempos."
La música también le brinda su reconocimiento con el Himno al Libertador General San Martín, cuya música fue compuesta por Arturo Luzzatti y la letra, por Segundo Argañaraz.
Arturo Luzzatti nació en Turín (Italia) en 1875 y falleció en Buenos Aires en 1959. Inició su formación en Italia, estudiando música y composición en el Real Conservatorio de Milán. Luego se trasladó a la Argentina, donde se desempeñó como Director de la Orquesta del Teatro Colón de Buenos Aires. Desarrolló una vasta labor como docente en el Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico. Entre sus composiciones se destacan dos obras: el ballet Judith (1938) y el oratorio Salomón (1942).
La composición, conocida también como “Himno a San Martín”, intenta resaltar el brillo que el general le dio a las armas patriotas, lo muestra como ejemplo de honradez desdeñando honores y fortunas, rechazando cargos públicos y espacios de poder.