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Las temperaturas, las lluvias y los vientos de una zona determinan su clima, pero en un jardín hay que tener en cuenta los microclimas que generan la sombra de árboles o muros, las corrientes de aire o la humedad del suelo.
En el momento de diseñar un jardín, se deben tener en cuenta las características del clima y los microclimas del lugar. ¿A qué se refiere cada término? El clima está dado por las condiciones generales de la región. Es decir, si se trata de una zona calurosa o fría, húmeda o seca, con mucho viento o sin él, etc. En general, esos son los tres principales parámetros que se deben considerar al evaluar el clima: temperaturas, lluvias y vientos.
microclimas, por su parte, son los condicionamientos de cada parcela específica del jardín. En general, se deben tener en cuenta los mismos tres factores, pero en este caso se ven afectados no por las características generales de la región sino por cuestiones particulares del jardín: si hay un árbol que dé sombra, rincones más húmedos, un muro o setos que corten o aminoren el viento, las sombras proyectadas por edificaciones cercanas, etc.
En función del clima se deben elegir las especies más propicias para cada región. Un truco muy simple pero efectivo consiste en caminar por la zona en la que se desee confeccionar un jardín, para comprobar la existencia de otros jardines y conocer qué ejemplares los habitan. Por supuesto, esos jardines no han de incluir todas las especies posibles de la región, pero sí brindarán una idea representativa. Luego habrá que tener presentes los microclimas del propio jardín para saber de qué manera distribuir esas especies.
Cada jardín es único: cada uno depende, además del gusto y las habilidades de su diseñador, de dónde se sitúe. Pero además, las ciudades ofrecen condiciones diferentes a las de las zonas rurales o los pueblos pequeños: la concentración de cemento hace que en los núcleos urbanos las temperaturas sean más elevadas.
variados los factores que intervienen en la diferenciación de microclimas. Primero hay que tener en cuenta la llegada de la luz del sol. Existen ciertas plantas que pueden desarrollarse y vivir con la luz indirecta del sol, otras que necesitan luz directa durante algunas horas y otras que la requieren durante todo el día. Un área ubicada debajo de la copa de un árbol o junto a un muro tendrá sombra durante buena parte del día, por lo tanto habrá que plantar allí ejemplares que puedan adecuarse a ese factor.
Por otra parte, la incidencia de los rayos del sol es clave para determinar la humedad del ambiente: cuanto menos luz reciba, tanto más húmedos resultarán el suelo y el aire en ese sector. De todos modos, la humedad también dependerá de otros factores. Si la copa de un árbol es muy frondosa, llegará al suelo menos agua de lluvia que cuando las hojas y las ramas la dejan filtrar con facilidad.
Los muros sirven como protección en regiones muy ventosas, como las cercanas al mar. Pero no solo ellos: también se puede recurrir a medidas que bloqueen el viento de manera parcial, como pueden setos, ligustros, mallas de red o telas. La ventaja de estos elementos es que restan intensidad a la acción del aire, pero no la obstruyen por completo.
Estos consejos son válidos no solo en zonas de naturaleza muy ventosa: en muchos casos, en plena ciudad, hay espacios en los que se generan muchos vientos, remolinos y pequeñas turbulencias, debido a la arquitectura de edificios y muros y la presencia de árboles.
Cómo modificar los microclimas
Al trabajar sobre un jardín, es posible modificar los microclimas existentes o crear determinados microclimas, necesarios para ciertas especies o tipos de plantas. El viento puede ser bloqueado de modo total o parcial con la colocación de muros, setos o pantallas de tela. Estas últimas también sirven para dar sombra a ciertas áreas, de modo que obstruyan por completo la acción del sol o solo rebajen su intensidad.
Otra manera de actuar sobre el microclima es por medio del riego, para el cual se pueden usar diversos sistemas (el de aspersores es uno de los utilizados con mayor frecuencia). Y también la humidificación y reducción de la temperatura del ambiente, que incluye mecanismos tales como la pulverización de agua.
Este último recurso, llamado también “nebulización” (nombre tomado de un proceso médico), se emplea para refrescar espacios en los que hace mucho calor. El agua se pulveriza de tal manera que se diluye en el aire para que sus pequeñas partículas en suspensión reduzcan la temperatura. Se utiliza de forma habitual en las terrazas de bares y restaurantes, y también en patios y terrazas hogareñas, y se puede aplicar para bajar la temperatura y aumentar el nivel de humedad en el jardín.
Respuesta:
El clima en mi jardín es muy buena ya que hay mariposas flores cielo despejado etc
Explicación:
Espero que te ayude:p