¿Cómo es la relación de los diferentes estados en el mundo dentro del marco del sistema mundial? ( mundo globalizado)
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¿El término más apropiado para definir las características actuales de la sociedad humana posnacional es “sistema-mundo” o es “globalización”? Aunque los dos términos apunten en la misma dirección, a saber, la formación de la sociedad global, existen sin embargo diferencias teóricas importantes a ser señaladas para el correcto esclarecimiento de esta discusión y para orientar sus usos en América Latina. De modo amplio, hemos de reconocer que las dos interpretaciones plantean esferas discursivas macroterritoriales. Uno, el sistema-mundo, es más amplio e interdisciplinario, y el otro, el usual de la globalización (económico-financiero-tecnológico), más direccionado por el flujo del tiempo lineal y por el crecimiento ilimitado. Los dos expresan ambiciones epistemológicas legítimas, pues no hay cómo explicar la vida humana en el planeta, hoy, sin considerar los cambios de la matriz espacial y temporal. Hay una nueva matriz espacial que circula el globo desde varios meridianos geopolíticos continuos y discontinuos, y hay una nueva matriz temporal que recorta el momento en que vivimos desde memorias y tradiciones, por un lado, y por expectativas positivas y negativas respecto al futuro, por el otro. Así, hay diferencias en términos de concepciones filosóficas que necesitan ser subrayadas desde ahora, pues tienen impacto particular sobre la construcción de las creencias, de los valores y de las prácticas sociales y, sobre todo, para la comprensión de la presencia de América Latina como subsistema global.
Sistema-mundo y globalización
Sabemos que la idea de globalización no tiene lectura consensual en el campo académico, siendo orgánicamente ambigua. Hay autores que la interpretan desde los marcos históricos, culturales y políticos, y otros desde los factores económicos (Martins, 1999). No obstante, hay que considerar la variable colonial, pues colonizadores y colonizados desarrollan miradas diversas sobre las perspectivas de la globalización: los primeros, subrayando los procesos de integración mercantil global, y los otros, los impactos del imperialismo y de la dependencia sobre las periferias y sobre las movilizaciones colectivas. Sin embargo, no podemos negar que el discurso hegemónico de la globalización es el colonial neoliberal. Él se basa en la creencia –problemática– de la prioridad del elemento económico en la organización de la vida social; el mercado es descrito como una realidad evidente fundada en la generalización del interés, como un utilitarismo material generalizado, que justifica la apropiación injusta del trabajo social y de las riquezas productivas y naturales.
Asimismo, el discurso colonial liberal no es una narrativa reciente, mezclándose al espíritu de la colonialidad y del capitalismo. Conviene recordar que el liberalismo se inspira esencialmente en la filosofía moral y utilitarista inglesa de J. Bentham, A. Smith y J.S. Mill, proponiendo que todos los individuos son seres esencialmente egoístas y que deciden sus prioridades desde sus intereses particulares o grupales. Existe aquí la determinación privilegiada del factor económico utilitario y antisolidario en la organización de la vida (Caillé, 1989); y tal desvío teórico desvaloriza las dinámicas jurídicas, morales, culturales y emocionales que deberían ser decisivas para al menos regular políticamente el capitalismo en los centros nacionales y a nivel internacional.
El abordaje neoliberal de inspiración mercantilista sugiere cierta utopía de estandarización planetaria fundamentada en dos principios: uno de ellos propone el crecimiento ilimitado de la economía de mercado como un determinante incuestionable y privilegiado de la vida social; el otro sugiere la creciente desreglamentación de los dispositivos políticos, institucionales y jurídicos que constituyen bloqueo al libre funcionamiento del mercado, siendo el principal de éstos el de los estados nacionales. En el interior del universo de significación de esta utopía de estandarización planetaria, viene en primer lugar la globalización económico-financiera; las demás manifestaciones de la globalización –política, cultural, religiosa, afectiva– son tenidas como secundarias y asociadas a manifestaciones históricas, consideradas menos interesantes para explicar la “verdadera” globalización occidenta