2. ¿qué características pudiste evidenciar en los textos anteriores y cuáles fueron los principales sucesos?

Respuestas

Respuesta dada por: karlynoemi15
2

Respuesta:

miauuu

Explicación:

Fueron obras de consumo inmediato y baja calidad, si bien narran hechos del presente interpretados precisamente desde el presente, por lo que arrojan claves sociopolíticas muy ajustadas que nos acercan la mentalidad, el imaginario colectivo o las mismas estrategias oficiales de interacción-coacción, entre otros múltiples aspectos, sobre el choque entre dos concepciones religiosas y sociológicas que se dirimen en el Mediterráneo, pero también en el mismo corazón de Europa. Más que la objetividad o precisión de los hechos que narran, quizá su mayor interés resida precisamente en la construcción que ofrecen de los mismos. Un relato de la guerra entre identidades construidas, dirigido a captar el mayor número de receptores posible mediante la explotación de recursos temáticos y estilísticos de carácter coloquial, y donde se entrecruzan objetivos doctrinales e ideológicos, pero también interés por informar y por entretener. La etiqueta común con la que se conoce a este género preperiodístico es la de relaciones de sucesos. Sin embargo, el calificativo de sucesos no se empleaba en la Edad Moderna y sí el de relación. Los expertos de los siglos XIX y XX generalizan este calificativo, que se consagra en los títulos de trabajos fundamentales como el repertorio de Mercedes Agulló y Cobo: Relaciones de sucesos, I. Años 1477-1619, Madrid, 1966. Sin embargo, también se usaron otras definiciones como nuevas, noticias, gacetas, cartas, avisos o pronósticos. A pesar de su indudable carácter popular, no sólo tienen a las capas sociales más bajas como únicos consumidores. El propio cronista real de Felipe IV Juan Tamayo de Vargas critica las relaciones porque las escriben enemigos y opositores a la Monarquía y dan información no creíble y sólo entretenida:

[Las relaciones] que venden los ciegos, que ordinariamente o se escriben a gusto dellos interesados o con el testimonio de una simple carta y sin autoridad […] para hacer granjería, engañando al vulgo que las cree por impresas y a los demás que por poco dinero leen costas extrañas.

Se podría inferir de esta andanada que ciertas relaciones estuviesen impregnadas de tintes contestatarios y subversivos frente al orden social establecido. Sin descartar en absoluto este enfoque, es indudable que las relaciones, al menos las analizadas desde la perspectiva propuesta, están al servicio de las imposiciones ideológicas y culturales de la monarquía y la Iglesia. Todas disponen de la preceptiva licencia, imprescindible para poder publicarlas. Es más, la cita anterior ejemplifica muy bien una actitud preponderante en la época: la de identificar cultura popular con ignorancia e incultura. Una actitud que cambia radicalmente con el Barroco cuando, como muy bien señala Rosa María Alabrús Iglesias, las élites se interesan tanto por ella que convierten la cultura en opinión, revalorizándose los sectores populares como receptores culturales.

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