¿Qué sentiste al escuchar el audio? • ¿Qué te gustó o impactó del texto escrito? ¿Qué no te gustó? ¿Hubo algo que te desconcertara? • ¿Qué relación tiene el color de las plumas de las aves con el fuego? • ¿Qué personajes fueron importantes para que los shipibos pudieran obtener el fuego? • ¿Cómo cambió la vida de los shipibos el tener fuego? • ¿Qué personaje te hubiera gustado ser en esta historia?, ¿por qué? • Además de saber cómo llegó el fuego a los shipibos, ¿qué otros hechos se explican en esta historia?
Respuestas
Respuesta:
En tiempos pasados los hombres shipibo vivían a la orilla del
río o de la cocha, ese era siempre su lugar favorito. En ese
entonces, cuando cazaban pescado, no tenían cuchillo, lo
hacían de caña y lo afilaban bonito y con eso destripaban
los peces. La piedra también la utilizaban. Tampoco tenían
candela; por eso, cuando ya tenían sus peces cazados los
ponían al sol para poder comerlos. El sol también era un
poco bajo; dicen, en ese tiempo, no era tan alto. Y en la
chacra no tenían casi nada para comer con el pescado.
Los shipibo vivían al lado de Yoashiko Inca, casi convivían
con él. Era un inca mezquino, cuando los hombres le pedían
palo de yuca para sembrar, Yoashiko le cortaba su yema y
les daba así para que no crezca, y no crecía; y cuando lepedían maíz, les daba tostado. No les enseñaba nada.
Yoashiko tenía en su casa un perico que estaba criando su mujer. En ese
tiempo, el perico tenía su pico largo; él veía que en su chacra Yoashiko
tenía sembradas guayabas, guabas y otras frutas. Y miraba a los niños
que subían al árbol de guabas y las cogían. Yoashiko les espantaba,
diciendo: “¡Joo, joo, joo!”, como un animal. “¡Los monos y guasas están
cogiendo mi guaba!”, exclamaba. Y al momento los niños se convertían
en diferentes clases de monos. Todo eso veía el lorito.
Cuando se iban los hombres shipibo a pescar cerca de su casa,
Yoashiko les ponía a algunos un pañuelo rojo en el cuello, diciendo:
“¡Joo, joo, joo, las aves están terminando los peces de la cocha!”. Y,
al instante, ellos se convertían en toyuyo y garza blanca.
Cuando el lorito le pedía comida, la mujer de Yoashiko siempre le
daba duro, le maltrataba. Entonces, de tanto maltrato, pensó: “Voy
a ayudar a los hombres, voy a llevarles candela para que puedan
cocinar”. Un día, la mujer estaba barriendo en su patio y el perico
le pidió comida, quejándose de hambre como hacen los pajaritos.
La mujer le dio un escobazo, diciendo: “¡Fuera, molestoso!”. Él
aprovechó y en un descuido agarró un poco de candela de su
dueño y salió volando. Yoashiko se dio cuenta cuando ya estaba
el perico arriba con la candela, volando. Se la quiso quitar pero ya era difícil porque el perico se iba hacia un palo seco, grande, que
se llama shiwawaco, para poner allí el tizón para que arda. En eso,
Yoashiko dijo: “Voy a hacer llover”, y en ese momento tronó y él hizo
caer la lluvia bien fuerte, con ventarrón que venía de un lado hacia
otro, para tratar de apagar el fuego. Entonces, viendo que iba a
apagarse la candela, el lorito llamó a otras aves. En ese instante se dio
cuenta que su pico, que era bien largo, ya casi se había acabado: se
había quemado mientras agarraba la candela. Ahora era chiquito.
Vinieron el gallinazo, el vacamuchacho, el buitre, la pava y el
trompetero para cubrir la candela con sus alas; y cuando venía el
ventarrón por un lado, ponían sus alas de ese mismo lado. Al tapar
con sus alas, protegiendo la candela contra la lluvia, se pusieron
todos bien negritos de humo. Sus plumas quedaron así, negras,
cuando pasó la lluvia; por eso todas ellas son aves de color negro.
Mientras tanto, ya el fuego estaba ardiendo con una llama
inmensa y de allí, de ese palo seco, cayeron tizones grandes.
Aprovecharon los hombres para recoger la candela y así pudieron
asar su pescado y cocinar su comida. Y hasta ahora tienen candela.
Otro día, los hombres le pidieron a Yoashiko que les enseñe a cazar
con flecha. Yoashiko aceptó rápido y les trajo izana sin punta y les
enseñó así a cazar. Él tenía varias flechas con punta de chonta, pero no les daba. Entonces, uno de ellos, al ver que les mezquinaba,
fingiendo que estaba aprendiendo a cazar, le robó una y le apuntó
con ella. Así pudo atravesar todo su cuerpo con la flecha. De esta
manera mataron a Yoashiko, porque mucho maltrataba a la gente.
Después, le destriparon, le abrieron la barriga y le sacaron su hiel. En
ese momento llegó uno de sus hijos y preguntó: “¿Quién ha sacado
la hiel de mi padre?”. Uno de los shipibo había escondido la hiel en su
boca y por eso no podía hablar, así el hijo se dio cuenta quién había
sido y le cacheteó, haciéndola saltar de su boca. La bolsa de hiel se
chorreó, se manchó todo su cuerpo del hombre y se convirtió en un
pajarito bien bonito de color verde azulito, que se llama jöri y vive en
la montaña alta. Los otros shipibo se pintaron con la sangre y con la
grasa de Yoashiko Inca y se convirtieron en guacamayos de colores;
por eso es que hay guacamayos de color azul, colorados y amarillos.
¡Cuántos tipos de loro habrá…! Mi abuelita Rabihabë me contó que
todas son personas convertidas.
Después que mataron a Yoashiko Inca, otro inca más bueno, Josho
Inca, enseñó a los shipibo a hacer muchas cosas: su vestimenta en
telar, sus diseños, sus vasijas. Pero le mataron; es por eso que nosotros
ya no hemos aprendido más cosas, dice mi abuelita.
Cómo los shipibo le quitaron la candela a Yoashiko Inca
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