Respuestas
Respuesta:
Todo empezó en el Greenwich Village una tarde de verano de 1979. Raymond Carver, entonces en la cúspide de su fama, había acudido a Nueva York para efectuar una lectura de sus cuentos en la Universidad de Columbia. Su editor, el temible Gordon Lish, y un colega de éste, Gary Fisketjon, almorzaron con él, tras lo cual tuvieron que volver al trabajo, cuestión que les planteaba el problema de encontrar a alguien que se ocupara del escritor hasta que llegara la hora de su charla. Inmediatamente Fiskejton se acordó de un novelista en ciernes que estaba obsesionado por la escritura de Carver. Se llamaba Jay McInerney y tenía 24 años. Cuatro décadas después, el escritor evoca aquel momento sentado en uno de los salones del lujoso penthouse donde vive con su cuarta esposa, Anne Hearst, nieta del magnate de la prensa, Randolph Hearst. “Cuando Gary me dijo lo que quería de mí pensé que había oído mal. ¿Pasar unas horas a solas con mi ídolo? Fue un día inolvidable. Cuando Carver volvió a Siracusa me escribió una carta invitándome a estudiar en el programa de escritura creativa que dirigía allí”