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Existen muchos rumores sobre los organismos genéticamente modificados (OGM), por ejemplo, que son menos nutritivos que los cultivos tradicionales o que causan alergias.
Una alergia puede ser grave y si no se atiende a tiempo, puede llegar a ser mortal. Por eso, los científicos de distintas partes del mundo forman comités para analizar los OGM y cerciorarse de que sean seguros para consumirlos, antes de que salgan al mercado.
Evaluando los OGM
De hecho, existe un grupo de trabajo que se dedica a evaluar la seguridad de los OGM. Este equipo de científicos pertenece a la EFSA (la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria).
El grupo de la EFSA que evalúa a los OGM considera 3 puntos:
– Si los OGM causan reacciones alérgicas
– Si las proteínas que tienen estos alimentos son digeribles in vitro
– Si desatan otras alergias (alergenicidad endógena)
En el caso de las alergias que podrían provocar los OGM, los estudios se enfocan en la relación de estos alimentos con la enfermedad celiaca (respuesta inmune negativa ante el gluten).
Comparando se aprende
Para hacer los análisis, se comparan variedades de cultivos tradicionales con cultivos modificados genéticamente. Se estudian los componentes de los dos y se hacen pruebas para determinar si los modificados causan alergias.
Una opción segura
Los OGM son una opción para poder seguir produciendo la cantidad de alimentos que se necesitan para alimentar a toda la gente del mundo. Una de las ventajas de los OGM es que se pueden monitorear e identificar si, en algún momento, estos cultivos pudieran ser perjudiciales a la salud.
Sin embargo, las probabilidades de que los OGM sean dañinos a nuestra salud es muy baja. De hecho, uno de los proyectos de OGM que se están haciendo es tener alimentos que causen menos alergias. Por ejemplo, cacahuates que no tengan la proteína que provoca la alergia.
Aun así, los científicos dedicados a la ingeniería genética tienen la responsabilidad de hacer estudios que comprueben la seguridad de estos alimentos. Y, para lograrlo, los OGM pasan por un proceso de investigación de más de 10 años antes de salir al mercado. En ese tiempo, se hacen pruebas de seguridad tanto para la salud de quienes los vamos a comer, como sobre los efectos que pudieran tener en el medio ambiente.