• Asignatura: Baldor
  • Autor: martitaes451
  • hace 6 años

PORFAVOR ES URGENTE NECESITO AYUDA ES SOBRE LITERATURA (EL TUNEL) 1. Explique la escena que se da en el taller de Castel. ¿Por qué al final reacciona así? 2. ¿Qué gestos o pensamientos del protagonista nos hacen pensar que es un sujeto violento? Cite algún fragmento. 3. En el capítulo XVII, Castel dice “no pude dormir”, ¿A qué se debe su insomnio? ¿A qué conclusiones llega? 4. Castel le escribe una carta a María y da algunos indicios, a través de frases, de su contenido. Redacte una carta, de inicio a fin, teniendo en cuenta lo escrito por el personaje (máximo una carilla). 5. ¿Qué lo hace pensar que María es amante de Hunter?

Respuestas

Respuesta dada por: PaulTaipe14
1

Respuesta

Ausencia

1994

Cristina Fernández Cubas

(española)

Te sientes a gusto aquí. Estás en un café antiguo, de veladores de

mármol y camareros decrépitos, apurando un helado, viendo pasar a la gente a través del cristal de la ventana, mirando de vez

en cuando el vetusto reloj de pared. Las once menos cuarto, las

once, las once y diez. Hasta que de pronto —y no puedes explicarte cómo ha podido ocurrir— solo sabes que estás en un café antiguo, apurando un helado, viendo pasar a la gente a través de los cristales y mirando de

vez en cuando hacia el reloj de pared. «¿Qué hago yo aquí?», te sorprendes

pensando. Pero un sudor frío te hace notar que la pregunta es absurda, encubridora, falsa. Porque lo que menos importa en este momento es recordar

lo que estás haciendo allí, sino algo mucho más sencillo. Saber quién eres tú.

Tú eres una mujer. De eso estás segura. Lo sabes antes de ladearte

ligeramente y contemplar tu imagen reflejada en la luna desgastada de un

espejo con el anuncio de un coñac francés. El rostro no te resulta ajeno,

tampoco familiar. Es un rostro que te mira asombrado, confuso, pero también un rostro obediente, dispuesto a parpadear, a fruncir el ceño, a dejarse

acariciar las mejillas con solo que tú frunzas el ceño, parpadees o te pases,

no muy segura aún, una mano por la mejilla. Recuperas tu posición erguida

junto al velador de mármol y abres el bolso. Pero ¿se trata de tu bolso? Miras

a tu alrededor. Habrá solo unas cuatro o cinco mesas ocupadas que un par

de camareros atiende con una mezcla de ceremonia y desgana. El café, de

pronto, te recuerda un vagón restaurante de un expreso, pero no te paras a

pensar qué puedes saber tú de vagones restaurantes o de expresos. Vuelves

al bolso. El color del cuero hace juego con los zapatos. Luego, es tuyo. Y la

gabardina, que reposa en la silla de al lado, también, en buena lógica, debe

de ser tuya. Un papel arrugado, junto a la copa del helado y en el que se leen

unos números borrosos, te indica que ya has abonado la consumición. El detalle te tranquiliza. Hurgas en el bolso y das con un neceser en el que se apiñan lápices de labios, colorete, un cigarrillo deshecho... «Soy desordenada»,

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te dices. Abres un estuche plateado y te empolvas la nariz. Ahora tu rostro,

desde el minúsculo espejo, aparece más relajado, pero, curiosamente, te has

quedado detenida en la expresión «empolvarse la nariz». Te suena ridícula,

anticuada, absurda. Cierras el neceser y te haces con la cartera. Ha llegado

el momento definitivo, y a punto estás de llamar al camarero y pedirle un

trago fuerte. Pero no te atreves. ¿Hablarán tu idioma? O mejor: ¿cuál es tu

idioma? ¿Cómo podrías afirmar que la luna del espejo en que te has mirado

por primera vez anuncia un coñac francés? Algo, dentro de ti, te avisa de

que estás equivocando el camino. No debes preguntarte más que lo esencial. Estás en un café —no importa averiguar ahora cómo sabes que esto es

un café—, has tomado un helado, el reloj marca las once y diez, y no tienes

la menor idea de quién puedas ser tú. En estos casos —porque de repente te

parece como si estuvieras preparada para «estos casos»— lo mejor, decides,

es no perder la calma. Aspiras profundamente y abres la cartera.

Lo primero que encuentras es una tarjeta de crédito a nombre de Elena

Vila Gastón. El nombre no te resulta extraño, tampoco familiar. Después

un carnet de identidad con una foto que se te parece. El documento ha sido

expedido en el 87 y caduca diez años más tarde. ¿Qué edad tendrás tú? Y

también: ¿En qué año estamos? ¿Qué día es hoy? En uno de los ángulos

del café observas unas estanterías con periódicos y allí te diriges decidida.

Hay diarios en varios idiomas. Sin hacerte demasiadas preguntas escoges

dos al azar.

Explicación:

solo e copiado la lectura para ayudar a los demás

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