• Asignatura: Biología
  • Autor: pradolinifrancisco
  • hace 7 años

¿fue siempre igual la composición de la atmósfera?que cambios sufrió

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Respuesta dada por: pajaro2020
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Esta fuerza por unidad de superficie se denomina presión. ... La presión en la atmósfera no es igual en todas partes. Fundamentalmente depende de la altura, siendo más alta cuanto más cerca del nivel del mar nos encontremos. Esto se debe a que la presión atmosférica depende del peso del aire que queda por encima.

Los cambios en la presión atmosférica pueden ser el detonante de un ictus, según un estudio del hospital del Mar de Barcelona sobre la relación de los fenómenos atmosféricos con esta patología, ocasionada por una alteración de la circulación de la sangre en el cerebro.

El estudio, publicado en la revista Cerebrovascular Diseases, se puso en marcha al observar que los ictus no se reparten de forma homogénea en el tiempo, y que en algunos días concretos las urgencias aumentan de manera significativa, según ha hecho público el centro.

En el trabajo, coordinado por Jordi Jiménez-Conde, se estudió si había alguna relación entre los ictus y los fenómenos atmosféricos, y para ello se estudió a 1.286 pacientes con ictus atendidos en entre 2001 y 2003 en el hospital, a los que se dividió en dos grupos: los que sufrieron una hemorragia intracerebral y los que padecieron un ictus isquémico.

Este segundo grupo, según el tamaño del área del infarto y la localización del vaso afectado, se dividió a su vez en infartos lacunares, que son de tamaño pequeño en forma de laguna y que afectan a arterias pequeñas de las partes profundas del tejido cerebral, y los no lacunares, que no reúnen estas características.

Además, se recogieron datos meteorológicos de estos tres años del Observatorio Fabra sobre la presión atmosférica, humedad relativa, temperaturas máximas, mínimas y medias, y las variaciones de estas medidas respeto al día anterior.

Tras analizar todas estas variables, los investigadores han observado que en general los ictus tienen una ligera asociación con la presión atmosférica, pero especialmente con las variaciones de la presión atmosférica.

Los autores del trabajo aseguran que los ictus isquémicos no lacunares se relacionan con las caídas de presión atmosférica y los hemorrágicos con los aumentos de esta variable meteorológica.

Por el contrario, los ictus lacunares no mostraban variaciones significativas respeto a la presión atmosférica.

También han remarcado que no influye tanto "si un día la presión atmosférica es alta o baja, sino cuál ha sido la variación respecto al día anterior", lo que significa que los ictus se relacionan sobre todo con la inestabilidad.

Además, se ha visto que en los ictus no lacunares hay una correlación inversa según la temperatura, y que hay más cuanto más frío hace, pero los investigadores han determinado que esto no se debe a la temperatura sino a las variaciones de presión atmosférica.

Los resultados indican que hay más incidencia diaria de ictus no lacunares y de ictus hemorrágicos en otoño e invierno porque estas dos estaciones son las que presentan más variaciones en la presión atmosférica.

Para Jiménez-Conde, estos datos ayudan a explicar la controversia de los resultados de estudios previos y a fomentar estudios centrados en los mecanismos desencadenantes del ictus.

También permite buscar concordancias con otras patologías que también responden a cambios estacionales o a variaciones de temperatura y presión atmosférica, como por ejemplo el dolor articular, ya que pueden deberse a mecanismos inflamatorios comunes.

Todos los ictus son distintos y los síntomas varían según la zona y el volumen del cerebro afectado, pero los más frecuentes son pérdida de fuerza o parálisis en un lado del cuerpo, falta de visión en un ojo o en ambos, problemas para hablar, insensibilidad, inestabilidad, desequilibrio e incapacidad para andar, o dolor de cabeza muy intenso o repentino no habitual.

La característica principal de un ictus es que los síntomas se presentan de forma brusca y pueden producir diferentes grados de discapacidad que necesitan rehabilitación.

Si la afectación dura menos de 24 horas se trata de un ictus transitorio, pero aunque sus efectos desaparezcan pronto sin dejar secuelas, implican una situación de alto riesgo que debe ser atendida de manera urgente.

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