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Respuesta:
Es probable que al principio sólo veamos este versículo y consideremos que el encargo del Señor aquí solamente se aplica a un grupo de creyentes en particular, como a los once apóstoles que estuvieron con el Señor. Pero, ¿quiénes eran los apóstoles? Los apóstoles eran personas que vieron y recibieron al Cristo crucificado y resucitado como su Salvador.
¿Qué significa esto? Si hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, entonces estamos calificados para proclamar el evangelio. Asistir a una escuela especial o completar un programa para predicar el evangelio no es un requisito para proclamar el evangelio. Lo que nos califica para proclamar el evangelio es haber sido redimidos por Cristo y regenerados con Su vida.
Un buen ejemplo es la historia de la mujer samaritana mencionada en Juan 4. Tan pronto como ella creyó en el Señor Jesús y lo recibió como el agua viva, dejó su cántaro, fue a la ciudad, y le dijo a la gente: “Venid, ved a un hombre, que me ha dicho todo cuanto he hecho ¿No será éste el Cristo?” No esperó hasta ir a una escuela para aprender a predicar el evangelio. Sencillamente le dijo a la gente sobre el Jesús maravilloso que había conocido. Al igual que ella, también nosotros podemos decirle a alguien acerca de este Cristo precioso a quien hemos aceptado como nuestro Salvador.
Así que en realidad, el encargo de nuestro Señor y Cristo crucificado y resucitado incluye a todos los creyentes. Él desea que cada uno de Sus creyentes le diga a las personas las buenas nuevas de Su salvación.
Explicación:
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