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Respuesta:0/08/2016 08:10:00 El nuevo Atlas Mundial del Brillo Artificial del Cielo Nocturno, que utiliza mediciones tomadas por el satélite Suomi Asociación Nacional de órbita polar (S-NPP), que orbita a 800 kilómetros sobre la Tierra y toma fotografías se su superficie por la noche, ha descubierto que en áreas con una intensa contaminación lumínica no experimentan una noche real debido al crepúsculo artificial creado por el brillo en el cielo.
La revista científica Science Advances acaba de publicar el nuevo Atlas Mundial del Brillo Artificial del Cielo Nocturno, producido por un grupo de destacados científicos que mide lo que se conoce como "resplandor de la luz artificial" -la luz reflejada de la luz eléctrica, que se esparce por la atmósfera- en todo el mundo. Según este mapa, la Vía Láctea ya no es visible para una tercera parte de la humanidad debido a la contaminación lumínica mundial.
Una situación que ya están sintiendo en zonas como Times Square (Estados Unidos), tal y como refleja un artículo de la BBC, donde “sólo se pueden contar tan solo una docena de estrellas en el cielo a medianoche, con suerte”.
El problema, sin embargo, no se limita a la observación astronómica. Tal y como señalan Fabio Falchi, investigador italiano que encabeza este estudio, la contaminación lumínica también afecta a la salud de las personas. Y es que en las zonas que contienen una mayor contaminación no experimentan una noche real debido al crepúsculo artificial creado por el brillo en el cielo. De hecho, según el mapa, "el país con mayor contaminación lumínica es Singapur, en donde toda la población vive bajo un cielo tan brillante que el ojo no puede adaptarse completamente a la visión nocturna".
Otra de las regiones más afectadas se encuentra en las grandes ciudades de Europa, América y Asia, donde los niveles de luz locales de las calles pueden impedir o retrasar nuestra hora nocturna normal, que debería comenzar con la puesta de sol.
Los efectos sobre la salud aún se encuentran en proceso de estudio, sin embargo, las personas tienen un ritmo circadiano endógeno -un ciclo construido de patrones de sueño y de vigilia, hambre, actividad, producción de hormonas, temperatura corporal y otros procesos fisiológicos- que dura unas 24 horas y la luz -sobre todo la del Sol- y la oscuridad son importantes para su funcionamiento y, recientemente, se ha comenzado a sospechar que algunas enfermedades graves podrían ser el resultado de la disrupción circadiana.
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