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Respuesta:
En este año 2018 recién comenzado se conmemorará el centésimo aniversario del final de la I Guerra Mundial. Como ya sucedió en 2014, se publicarán sin duda numerosos libros que tratarán de explicar el conflicto y su influencia en la historia posterior desde diversas perspectivas (no se pierdan por cierto 1914: de la paz a la guerra de Margaret McMillan, que puede leerse como un Juego de Tronos trasladado a la Europa de entonces). Por lo pronto, acaba de aparecer un estupendo artículo en el que Branko Milanovic, uno de mis economistas favoritos, junto con Thomas Hauner y Suresh Naidu, exploran las causas económicas de la Gran Guerra.
Milanovic y sus colegas comienzan expresando su sorpresa ante la falta de este tipo de análisis en la actualidad. Sorpresa porque a principios del siglo XX numerosos autores argumentaron, utilizando herramientas económicas, que una gran conflagración entre las potencias europeas era inevitable. El más conocido de ellos es Lenin quien, en su celebérrimo El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), argumentaba que el imperialismo europeo se debía a la necesidad del capitalismo de buscar nuevos mercados que aliviaran la irremediable, según el, tendencia del beneficio a decrecer. Después de Lenin, grandísimos pensadores como Rosa Luxemburgo (que ponía énfasis en la debilidad de la demanda interna producida por la enorme desigualdad) o Max Weber abundarían en esta hipótesis con sus propios matices. Todos ellos, sin embargo, bebían de una misma fuente: el libro del economista John Hobson Estudio del imperialismo (1902), el primero en establecer la relación entre desigualdad e imperialismo.
Explicación:
ESPERO QUE TE SIRVA PONLE LA CORONITA PORFAVORRR
Respuesta:
Indicio Nº2: La expansión territorial europea fue notable
Esta sería la consecuencia más evidente del imperialismo. En 1878, las entidades políticas independientes ocupaban dos tercios del globo. En 1913, era solo el 54%. Este cambio fue especialmente evidente en África: Antes de la conferencia de Berlín de 1884, que inició el reparto del continente entre las potencias europeas, la mitad de su territorio era independiente. En 1913, solo el 4%.
Indicio Nº3: Los activos en el extranjero habían alcanzado máximos históricos
La fracción de activos en el extranjero como proporción del PIB se triplicó en el Reino Unido, pasando del 50% al 150% en medio siglo. Alemania pasó de no poseer apenas activos en el extranjero, a contar con un 50% de su PIB. Estas tendencias ocurrieron en un momento de relativo crecimiento económico, por lo que la inversión en el extranjero en nivel absoluto creció de forma sustancial. La mayor parte de estas inversiones se realizaron en bonos emitidos por los gobiernos de países periféricos.
Indicio Nº4: Estos activos estaban en manos de los más ricos
Este punto es fundamental ya que si los más ricos eran los que tenían más intereses en el extranjero, eran también los que estaban en mejor posición para presionar a su gobierno con el fin de asegurar militarmente el retorno de sus inversiones. Los datos son escasos, pero son consistentes con esta idea: entre un 20% y un 30% de los activos que Francia y Gran Bretaña tenían en el extranjero se concentraba en el 5% más rico de hogares.
Indicio Nº5: Los activos en el extranjero tenían un retorno mayor, incluso ajustando por riesgo
Esto es consistente con cualquier modelo simple de crecimiento: si en los países periféricos había menos capital, su retorno debía ser mayor que en los países avanzados. Más aún si los costes laborales eran inferiores. Los datos muestran una gran volatilidad en el margen entre activos domésticos y extranjeros, pero en media estos últimos gozaban de un retorno superior en un 1.5%-2%. Aun así, es posible que esta diferencia se debiera simplemente a que los activos extranjeros estaban sometidos a un mayor riesgo por la relativa ausencia de derechos de propiedad y la inestabilidad política. Sin embargo, las diferencias se mantienen después de ajustar por riesgo, especialmente en el caso de los bonos de las colonias.
Explicación:
Indicio Nº2: La expansión territorial europea fue notable
Esta sería la consecuencia más evidente del imperialismo. En 1878, las entidades políticas independientes ocupaban dos tercios del globo. En 1913, era solo el 54%. Este cambio fue especialmente evidente en África: Antes de la conferencia de Berlín de 1884, que inició el reparto del continente entre las potencias europeas, la mitad de su territorio era independiente. En 1913, solo el 4%.
Indicio Nº3: Los activos en el extranjero habían alcanzado máximos históricos
La fracción de activos en el extranjero como proporción del PIB se triplicó en el Reino Unido, pasando del 50% al 150% en medio siglo. Alemania pasó de no poseer apenas activos en el extranjero, a contar con un 50% de su PIB. Estas tendencias ocurrieron en un momento de relativo crecimiento económico, por lo que la inversión en el extranjero en nivel absoluto creció de forma sustancial. La mayor parte de estas inversiones se realizaron en bonos emitidos por los gobiernos de países periféricos.
Indicio Nº4: Estos activos estaban en manos de los más ricos
Este punto es fundamental ya que si los más ricos eran los que tenían más intereses en el extranjero, eran también los que estaban en mejor posición para presionar a su gobierno con el fin de asegurar militarmente el retorno de sus inversiones. Los datos son escasos, pero son consistentes con esta idea: entre un 20% y un 30% de los activos que Francia y Gran Bretaña tenían en el extranjero se concentraba en el 5% más rico de hogares.
Indicio Nº5: Los activos en el extranjero tenían un retorno mayor, incluso ajustando por riesgo
Esto es consistente con cualquier modelo simple de crecimiento: si en los países periféricos había menos capital, su retorno debía ser mayor que en los países avanzados. Más aún si los costes laborales eran inferiores. Los datos muestran una gran volatilidad en el margen entre activos domésticos y extranjeros, pero en media estos últimos gozaban de un retorno superior en un 1.5%-2%. Aun así, es posible que esta diferencia se debiera simplemente a que los activos extranjeros estaban sometidos a un mayor riesgo por la relativa ausencia de derechos de propiedad y la inestabilidad política. Sin embargo, las diferencias se mantienen después de ajustar por riesgo, especialmente en el caso de los bonos de las colonias.