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El páramo de Sumapaz fue considerado como un lugar de amor para los aborígenes muisca. Fue asociado con las fuerzas sagradas de la creación y el origen del hombre, un dominio donde los humanos no deben entrar.
Durante el siglo XVI, el aventurero y conquistador alemán Nikolaus Federmann condujo una expedición desde los Llanos, cruzando el Sumapaz por la cuenca alta del río Ariari, buscando el mítico tesoro de El Dorado. El lugar fue nombrado por los españoles "País de la Niebla"[3] a causa de las densas nubes a nivel superficial, que generan una gran disminución en la visibilidad.
En 1783, José Celestino Mutis lideró la Expedición Botánica, con el propósito de estudiar la flora y fauna de la región. Sin embargo, el páramo no fue visitado por sus difíciles condiciones climáticas. El naturalista Alexander Von Humboldt hizo la primera descripción del páramo y de las plantas locales en 1801.[4] Él describió la presencia de valles glaciales y asoció las características de la región con aquellas observadas en la geomorfología alpina.
Durante los inicios del siglo XX, el naturalista español José Cuatrecasas realizó importantes investigaciones del páramo. Otros científicos que describieron y estudiaron el páramo de Sumapaz fueron el colombiano Ernesto Guhl quien llevó a cabo una investigación de casi 3 décadas sobre las comunidades vegetales, y Thomas van der Hammen.[3]