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Respuesta:ooo es mucho leee
Explicación:Tal vez ya haya oído que City of Hope acaba de anunciar su propósito de curar la diabetes de tipo 1 en un plazo de seis años, lo cual será posible en parte gracias a una generosa donación de la familia Wanek.
Este anuncio da lugar a una pregunta obvia:
¿Por qué un conocido centro dedicado al cáncer como City of Hope dedica tanto tiempo, trabajo y recursos al estudio y el tratamiento de la diabetes? ¿Acaso no son enfermedades muy diferentes?
La respuesta es que sí y que no.
Para comenzar, una gran cantidad de personas deben enfrentar la diabetes y el cáncer al mismo tiempo.
Las personas que tienen diabetes de tipo 2 (el tipo más común) tienen el doble de probabilidades de padecer cáncer de hígado o de páncreas. También tienen un riego superior al normal de padecer cáncer de colon, de vejiga y de mama. La tasa de mortalidad entre las mujeres diabéticas que tienen cáncer de mama es superior a la de las mujeres que no tienen diabetes. (Parece extraño, pero los hombres diabéticos tienen menos riesgo de padecer cáncer de próstata).
Cada vez hay más investigaciones que indican claramente que esto no es aleatorio ni accidental, sino que es evidente que el cáncer y la diabetes están íntimamente relacionados de muchas maneras, desde sus características biológicas, hasta los factores de riesgo y las opciones de tratamiento.
“El cáncer y la diabetes son dos caras de la misma moneda”, afirmó la Dra. Debbie Thurmond, directora del Departamento de Endocrinología Molecular y Celular del Instituto de Investigación de la Diabetes y del Metabolismo de City of Hope. "Son trastornos del metabolismo normal del cuerpo".
Pueden contribuir a explicar por qué la obesidad es uno de los principales factores de riesgo en relación con ambas enfermedades. El exceso de grasa puede iniciar ese proceso de perturbación y aumentar la inflamación, que es un desencadenante conocido de la diabetes y del cáncer. Los depósitos de grasa situados alrededor de los órganos internos segregan productos químicos y envían señales que hacen que las células se vuelvan más agresivas. Esto inicia el crecimiento tumoral y al mismo tiempo genera resistencia a la insulina, lo que conduce a la diabetes de tipo 2.
Además, una enfermedad puede alimentarse de la otra. Algunos estudios indican que la concentración de insulina superior a la normal, que es habitual en los diabéticos de tipo 2, puede provocar cáncer. Al mismo tiempo, la acumulación de azúcar en la sangre es justamente lo que necesiten algunas células cancerosas.
“A las células malignas les encanta la glucosa”, añadió la Dra. Rama Natarajan, directora del Departamento de Complicaciones de la Diabetes y Metabolismo, y especialista en oncología molecular. "Es su combustible principal, como sabemos desde el año 1930, que fue cuando se identificó el efecto Warburg".
El ganador del Premio Nobel Otto Warburg demostró que las células cancerosas consumen y metabolizan glucosa a un ritmo que es 200 veces superior al normal. En efecto, las tomografías por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) están diseñadas para detectar la presencia de cáncer en el cuerpo mediante la ubicación de zonas con un elevado consumo de glucosa.
Por consiguiente, en teoría, un medicamento que disminuya la concentración de azúcar en la sangre en las personas diabéticas también podría combatir el cáncer, al "matar de hambre" las células malignas. Este es el motivo por el cual muchos investigadores del cáncer están estudiando con detenimiento la metformina, que es el fármaco principal para tratar la diabetes de tipo 2. Hay pruebas de que los diabéticos que toman metformina pueden tener menos probabilidades de contraer cáncer y, en caso de que lo hayan contraído, muchas menos probabilidades de morir a causa de él.
Algunos tratamientos, sin embargo, pueden combatir una enfermedad y empeorar la otra.
“Hay algunos tipos de quimioterapia que inducen la resistencia a la insulina, lo que causa síntomas de diabetes”, señaló el Dr. Arthur Riggs, director del Instituto de Investigación de la Diabetes y del Metabolismo en City of Hope. Fue el trabajo pionero de Rigg en la década de 1970 el que condujo al desarrollo de la insulina humana sintética.
Lo que es peor, la inmunoterapia, que es uno de los avances más emocionantes en materia de tratamiento del cáncer, puede provocar una forma de diabetes de tipo 1 menos común, que es en esencia un trastorno autoinmune. Con la inmunoterapia, se le da "rienda suelta" al sistema inmunológico del organismo y este puede atacar algunas células que son fundamentales para la producción de insulina en el páncreas. “La inmunoterapia”, explicó Riggs, “puede provocar diabetes permanente. Es una complicación grave". Tan grave es que algunos colegas de Riggs se preguntan si no habrán cruzado la línea de "no hacer daño". Riggs no lo cree así. "Es un avance", apuntó. "La inmunoterapia puede salvar la vida de una persona y la diabetes que queda se puede tratar".
“
Respuesta:
Son enfermedades hereditarias, se transmite por un gen anormal que pasa de generación en generación