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8La caridad nunca deja de ser: mas las profecías se han de acabar, y cesarán las lenguas, y la ciencia ha de ser quitada; 9Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10Mas cuando venga lo que es perfecto (griego: teleios), entonces lo que es en parte será quitado. 11Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño, mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño. 12Ahora vemos por espejo (griego: esoptron), en obscuridad; mas entonces veremos cara á cara: ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido. 13Y ahora permanecen (griego: menei – de meno) la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres: empero la mayor de ellas es la caridad.
“La caridad nunca deja de ser” (v. 8a). Ahora Pablo contrasta el amor (la caridad) con tres dones espirituales – profecía, hablar en lenguas, y la ciencia (o la sabiduría). El amor nunca termina, pero la necesidad por dones espirituales es temporal. Aquí Pablo está pensando de manera escatológica (del fin del tiempo – la Segunda Venida de Jesús). En este versículo, contrasta lo que experimentamos en este mundo con lo que podemos esperar una vez realizado completamente el reino de Dios.
Yahvé modela la naturaleza interminable del amor agape en su relación pactada con el pueblo de Israel. Una y otra vez el pueblo israelita falló en ser fiel, y una y otra vez Yahvé les castigó. Esos castigos, sin embargo, estaban diseñados para redimir en lugar de destruir. Yahvé dejó que los israelitas sufrieran por sus pecados, pero siempre les proveyó el camino para dejar atrás su sufrimiento, redimiéndoles una y otra vez. Eso nos debe servir de ejemplo. Necesitamos mantener un espíritu cariñoso, actuando para redimir a los que nos fallan.
También, el amor es interminable ya que continúa hasta la eternidad. Cuando el reino de Dios se realice plenamente, el amor será la característica principal de todas las relaciones.
“mas las profecías se han de acabar, y cesarán las lenguas, y la ciencia ha de ser quitada” (v. 8b). No como el amor, profecía, hablar en lenguas, y sabiduría terminarán cuando el reino de Dios venga por completo. No es que no sean buenos dones, sino que solo son útiles en este mundo. No serán necesarios una vez que el reino de Dios esté completamente realizado.
En el próximo capítulo Pablo deja claro que la profecía es un don más grande que el don de hablar en lenguas (14:1-5). No obstante, cuando llegue el reino de Dios no hará falta la profecía. En este mundo los profetas revelan la voluntad de Dios a los seres humanos. En el reino de Dios, conoceremos la voluntad de Dios sin la ayuda de los profetas.
Lo mismo será verdad del hablar en lenguas y, particularmente, de la ciencia revelada. Estos dones se relacionan con el revelar y establecer la voluntad de Dios. Son importantes en este mundo pero irrelevantes en el próximo, donde conoceremos la voluntad de Dios por completo.
“Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos” (v. 9). A pesar de que la sabiduría y la profecía son dones entregados por Dios, siguen siendo incompletos. Dios revela la necesidad de saber como cumplir los propósitos de Dios, pero eso está limitado.
“Mas cuando venga lo que es perfecto (teleios), entonces lo que es en parte será quitado” (v. 10). La palabra teleios se puede traducir como “completo,” “entero,” “sin mancha,” o “sin dividir.” De nuevo Pablo piensa escatológicamente. Contrasta el teleios (que experimentaremos en el porvenir) con lo “parcial” (que experimentamos ahora). Cuando Cristo venga de nuevo para traernos plenamente el reino de Dios, no necesitaremos cosas como la profecía, que en este momento proporciona una revelación parcial. Entonces, las revelaciones parciales terminarán.
“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño, mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño” (v. 11). Sería posible leer este versículo como un regaño hacia los cristianos corintios que no han dejado “lo que era de niño.” Pero Pablo no pretende castigarlos. En vez, contrasta el mundo que conocemos ahora (que experimentamos como criaturas espirituales) con el mundo que está por venir (que experimentaremos como gente espiritualmente madura). Una vez que llegue esa Nueva Era las cosas que ahora nos parecen importantes (como la profecía y la ciencia) perderán completamente su importancia.
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