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La Madre Naturaleza está actualmente muy de moda. Los libros sobre flora y fauna autóctonas, la tradición japonesa de baños de bosque y los seminarios de manejo del estrés alejados de las áreas urbanas congestionadas están realmente en auge. Esto no parece sorprendente ya que muchos habitantes de urbes atormentados por el estrés sienten que la naturaleza es el lugar ideal para relajarse. Moverse libremente, respirar aire puro, nutrir los ojos con los vibrantes tonos de verde; estar afuera afecta al cuerpo, la mente y el alma de muchas formas positivas.
El poderoso sonido de la naturaleza
Sin embargo, no son solo los paisajes impresionantes, los aromas refrescantes y el ejercicio físico más allá de los límites de la ciudad lo que es beneficioso para nosotros. En años recientes, se descubrió que un componente específico de la naturaleza tiene un efecto profundo y particular en los humanos: su sonido. Simplemente piensa en lo molesto que puede ser el ruido de la construcción de la esquina o la llamada telefónica a gritos de tu colega. Recuerda lo que oíste durante tu último viaje al campo: probablemente percibiste esos sonidos como muy placenteros. Ya sea el zumbido de las abejas o el murmullo de un arroyo, se ha demostrado que los sonidos de la naturaleza afectan los procesos del cerebro humano.
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