¿Es realmente la ciencia una herramienta de desarrollo para los territorios?

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Respuesta dada por: camilovendano
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Voy a comenzar con una tesis que a primera vista puede parecer fuerte: los practicantes de las ciencias técnicas, naturales y médicas, por diversas razones, y aún sin saberlo, están tan necesitados de las ciencias sociales como de aquellas disciplinas científicas y técnicas que pueblan los planes de estudio de pre y posgrado en que se forman.

Esta afirmación, sin embargo, dista de ser obvia; tropieza con la percepción cotidiana, casi unánimemente compartida por estudiantes, profesores y especialistas, que acepta una "división del trabajo científico" que aísla no sólo las ciencias naturales y técnicas de las sociales, sino también las diferentes ciencias que constituyen esos campos, por ejemplo la Química de la Biología, la Ciencia Química de la Ingeniería Química y de otro lado, la Filosofía de la Sociología y ésta de la Psicología y así sucesivamente.

Esas separaciones están bien afirmadas en el orden institucional vigente: Se estudian en carreras y posgrados separados, a veces situados en centros universitarios diferentes.

La figura del especialista y las especializaciones científicas son un producto de la modernidad. Hace menos de 300 años a los cultivadores del saber se les llamaba Filósofos Naturales. En inglés la palabra "científico", utilizada para designar una profesión, no apareció sino hacia la década del 30 del siglo XIX. Incluso el título de PhD que acreditaba la preparación académica para la investigación se traduce literalmente como doctor en filosofía, lo que alude a persona de elevada sabiduría. Sin embargo, lo cierto es que el desarrollo de las especialidades, proceso indudable de la evolución del conocimiento y la práctica científica, conduce con frecuencia a una ignorancia no desestimable de todo aquello en lo que no se es especialista, perfil que, por lo demás, es cada vez más estrecho. Surge así una paradoja: el desarrollo del conocimiento puede conducir a grandes zonas de ignorancia y el especialista puede ser un gran conocedor de casi nada y un ignorante de casi todo. Especialmente profundo es el abismo que separa las ciencias sociales y las humanidades de las ciencias naturales, técnicas y médicas. C.P. Snow (1977) en un trabajo ya clásico, Las Dos Culturas, denunciaba desde los años 50 la fractura introducida en la cultura contemporánea en dos territorios distantes: ciencias a un lado y humanidades a otro. El resultado de esa escisión es el empobrecimiento que experimentan los campos situados en uno y otro lado de la brecha.

Opino que contra esto, necesitamos una mirada más humanista, más centrada en el hombre, su felicidad y sus valores cuando analizamos la ciencia y la tecnología y también un fundamento más científico y tecnológico cuando de comprender al hombre y su vida espiritual se trata.

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