• Asignatura: Psicología
  • Autor: valealgamirano
  • hace 6 años

Cual es la causa de que las personas seamos todas distintas?


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Respuestas

Respuesta dada por: hmarilu8237
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Respuesta:

Antropológicamente somos seres "en el mundo": seres humanos diferentes, diversos, cargados de significados, pero que se relacionan entre sí. Hay unos parecidos y otros diferentes, unos que se suman y otros que se dividen. 

Explicación:

¿Por qué pensamos diferente?

Cada persona crea su propio sentido del mundo basada en su historia de vida, que es única, irrepetible.

Nos diferenciamos de los otros por nuestra forma de ser, por nuestro físico, expresiones, cultura y costumbres, y por supuesto, porque pensamos diferente. Pero, ¿por qué no todos pensamos igual?

Pregunta: Sara Gutierrez, 11 años.

Responde: Lina María Arroyave Ceballos, estudiante de Comunicación Social.

Asesor: Adolfo León Maya Salazar, magíster en Ciencias Políticas.

Antropológicamente somos seres "en el mundo": seres humanos diferentes, diversos, cargados de significados, pero que se relacionan entre sí. Hay unos parecidos y otros diferentes, unos que se suman y otros que se dividen. 

Somos seres constructores, creamos un mundo según el contexto que nos rodea. El vivir con los otros en una sociedad específica implica un acuerdo, este acuerdo se ve reflejado en las leyes, las pautas de conducta, en el establecimiento de límites, en la definición de lo legal y lo ilegal, de lo moral y de lo inmoral, de lo correcto o lo incorrecto. 

No obstante, cada individuo crea sentidos del mundo al que pertenece de diferente manera, basado en las experiencias que son solamente personales, pero que se relacionan con las de los demás.

El mundo, entonces, es interesante porque cada uno aporta un imaginario diferente, y esto es lo que permite avanzar en la cultura, en la satisfacción de necesidades, en los roles sociales, en la creación de sentidos y en la trascendencia del ser humano.

Respuesta dada por: greivygonzalezportil
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Analiza esta pequeña frase:

''Todos somos iguales, todos somos diferentes''

Es verdad que somos todos iguales? No hay un rostro igual al otro, no hay una sola forma de pensar, o de decir, o de decidir acerca de ningún tema. ¿No es acaso una bendición que seamos todos diferentes?

¿No luchamos y trabajamos por defender nuestra diferencia? ¿Nuestra particularidad?

¿Qué somos? ¿Todos iguales?, ¿Todos diferentes?

Para resolver esta aparente contradicción, debiéramos definir primero ante qué somos iguales, para luego saber frente a qué dar cuenta.

Todos los seres humanos somos iguales frente a dos cosas. Primero, ante Dios. Todas las almas son un destello de lo divino exactamente igual al otro. Todas iguales ante el Dios Creador. No importa la religión, el color, el país, el género, el nivel de observancia o de fe. Un Dios padre de todas las almas.

Pero después, para todo el después, todos diferentes. Absolutamente distintos. Gracias a Dios.

En la diferencia está la belleza del ser completamente plural y en el ver el mundo en los colores en que Dios los creó. Absolutamente distintos. Diferentes y apasionadamente distintos.

Todos los seres humanos, somos iguales como humanos, pero diferentes en nuestro ser. Iguales en nuestra humanidad pero diferentes en nuestro ser existencial.

Una noche puede parecer igual a la otra por su oscuridad, y porque las estrellas siempre siguen allí. Pero cuando uno descubre la potencia del misterio y la belleza que encierra una noche de encantamiento y enamoramiento, ya nunca habrá una sola noche igual a la otra.

Todos iguales y dramáticamente diferentes. Gracias a Dios, diferentes.

A través de la dimensión del amor es que vos celebrás la diferencia. Y es desde la convicción de saberte único para aquellos que te aman, y el hacer sentir a tus amores que son únicos y distintos,  que debemos luchar por la igualdad. Porque todos puedan igualmente vivir en plenitud su elección.

Volviendo al Día de la Mujer, hace unos días me preguntaron en un reportaje si se podía ser feminista y femenina a la vez. Obviamente se puede. Feminista es el ser humano, no importa el género, que lucha por la defensa de la igualdad de derechos de la mujer. Mientras que lo femenino es la bendición y la belleza de lo diferente que hace a la mujer distinta al hombre. Tampoco tiene que ver con el género. Femenina es aquella persona que se identifica como mujer más allá de su género.

Uno tiene que ver con la igualdad de derechos y otro tiene que ver con la diferencia abismal en lo existencial. Completamente distintos.

También me preguntaron cuál era el ideal de mujer para mí. Y respondí sin dudas, que mi ideal de mujer, es mi esposa Marina. Ella tiene todas las características del Mar, y es así como la llamo. Porque es poderosa, vibrante, apasionada, fuerte, y a la vez calma, paciente, fresca, eterna. Incisiva como cada ola, y sabia en cómo refleja al cielo. Se deja bailar de solo ver la luna. Tiene todo el tiempo del mundo y la paciencia para todo. Tiene la capacidad de cambiar, de auto transformarse, de mejorarse con los años, y por sobre todas las cosas es cristalina y transparente. Y tal como te pasa con el Mar y su profundidad, no hay forma de que no te enamores.

Amigos queridos, amigos todos.

Deseo que podamos convertirnos en buceadores, en buscadores de aquellas personas, aquellos lugares, espacios, aquellas ideas o ideales que los enamoren y que luchemos por ellos.  Hacerlos únicos, diferentes, distintos, sagrados.

Y que sepamos que hay una sola cosa que nos iguala definitivamente sea como sea: es el final de la historia.

Somos todos iguales ante el final de la historia. No hay nada que nos iguale más, a todos, que la misma muerte. No importa el color de piel, la religión, la sexualidad, la sabiduría o el dinero. No importa nada.  El final de la historia nos iguala a todos.

Será ese el momento en que debamos dar cuenta.

Vas a tener que dar cuenta acerca de cómo amaste y cómo dejaste pasar la oportunidad; vas a tener que dar cuenta acerca de lo que lograste o no con tus destinos; cuán eterno te hiciste o no en tus hijos; cuánto lograste continuar o mejorar, o devolver a tus padres. Vas a tener que dar cuenta de cuánto aprendiste y cuánto enseñaste. De cuánto pretendiste quedarte y cuánto te ofrendaste. Vas a tener que dar cuenta acerca de cuáles son los ideales que defendiste, qué valores abrazaste, qué causas perseguiste, y cómo defendiste tu esencia, tu raíz, tu historia y tu fe. Vas a tener que dar cuenta acerca de quién sos y quién fuiste.

Saber nuestra propia finitud, lo inexorable del final donde deberemos dar cuenta, debe hacernos dar cuenta que el momento para evaluar y cambiarnos, cambiar lo necesario con nuestra familia, cambiar a nuestra sociedad, o cambiar con nuestro amor, puede empezar no en el final… sino esta misma noche.

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