como reconocemos nuestras potencialidades y limitaciones para una buena convivencia familiar
Respuestas
Respuesta:El hombre ha pasado toda su historia buscando soluciones a sus problemas, y
ambiciosamente ha tratado de conseguir una sola solución para todos ellos. El transcurrir de los siglos y los acontecimientos le han enseñado que el secreto de la solución a
todos sus problemas, sea cual sea su origen y naturaleza, no existe, y que debe ir buscando y encontrando soluciones particulares para cada asunto que se le presente, con
el gran desgaste que eso representa, pero en este punto de la experiencia humana, ya
lo sabe: una solución o incluso varias, para cada problema, así como también la experiencia acumulada indica que algunos problemas no tienen solución y que es un logro
regularlos, regularizarlos, apaciguarlos, para poder convivir con ellos.
Los problemas familiares, que son los más sensibles, los más delicados, los que
tocan las fibras mas íntimas, y también los lazos más fuertes de cada individuo, son
particularmente críticos a la hora de la búsqueda de esas soluciones, remedios o paliativos.
Existen opciones drásticas: terminar con la relación familiar; pero eso no es
siempre posible, con los hijos, con la cuñada, con la abuela, con la niñera de toda la
vida, e incluso con la pareja, no se puede terminar la relación. La relación de pareja
puede concluir, pero no la relación como padres, porque la cercanía de los hijos, la
atención de sus necesidades de afecto y comprensión, los eventos familiares que atañen a los seres queridos de ambos, tendrán que compartirlos aunque no les agrade, al
menos tendrán que encontrarse y alegrarse o condolerse, según el momento; también
cuando se presenta una crisis con uno de esos seres cercanos, una enfermedad, una
muerte, hay que estar presente, hay que dar apoyo y compartir el dolor, la pérdida.
También hay que compartir las alegrías, los cumpleaños, graduaciones, logros, y para
todas esas ocasiones, es mejor que consigamos una manera no solamente civilizada
de relacionarse, sino, si es posible, cordial y amigable.
En esta exploración de soluciones, desde tiempos prehistóricos, diversas civilizaciones encontraron que la palabra tiene un poder extraordinario, cuando, y solo
cuando, se está dispuesto a escucharla. Y en esa misma indagación se ha hallado que
cuando la palabra y su poder son usados por un tercero neutral a las partes, pero no
neutral al problema planteado, encuentra su mejor expresión, su valoración y efectividad máxima.
Diversas culturas recurrieron al consejo de ancianos, al piache, al consejero, al
confesor, palabrero, al lonko (cultura mapuche, en Chile), al guía espiritual, en fin, al
mediador que en cada cultura tiene un nombre particular, para que exorcice las palabras y las escuchen quienes tienen los oídos tapados por la ira, el dolor, la rabia, el
resentimiento, la decepción, y esas palabras con el poder especial que les confiere el
mediador, se conviertan en la música de la serenidad, la tolerancia, la comprensión y
al final, en el acuerdo pacificador.
Explicación: