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Como pueden comprobar nuestros seguidores me gustan los libros de artículos, sobre todo de escritores. La reflexión semanal o diaria de algunos produce una satisfacción estética e intelectual que empuja a esperar el siguiente artículo en la fecha señalada más que como agua de mayo como el postre que hemos pedido después de una velada culinaria de campeonato.
Esto pasa con los artículos de Rosa Montero (Madrid, 1951) que son un sabroso postre a lecturas que requieren una vocación de más largo aliento. Prueben a leerse este libro poco a poco, alternándolo con otros, haciendo pausas para refrescar el paladar librero y verán cómo se magnifica el buen gusto de estos textos breves. LEER MÁS
En “El amor de mi vida” (Alfaguara, 2011), Rosa nos habla del amor de su vida: la Literatura, una pasión que compartimos muchos con la misma medida entusiasta y febril que la autora madrileña. Nos ofrece una ristra de lecturas, libros y apasionamientos para que abramos puertas, para recomendarnos algunas de sus lecturas y escritores favoritos.
Pero más allá de la brevedad, más allá de toda consideración estética, laten bajo estos artículos un deseo de compartir con los demás lo descubierto y lo vivido, acaso para algunos, lo intuido. Porque en los artículos de Rosa Montero no se encontrarán tonos normativos, ni defensas a ultranza, ni imposiciones hechas desde una carrera exitosa en las letras sino una elegante y siempre inteligente declaración constante de amor a esa señora que se llama Literatura y que no sabe de sexos, tiempos ni generaciones.
Como suele ocurrir con este tipo de libros vamos a mencionar tres de los textos que más no han llamado la atención aunque cualquiera de ellos hará las delicias de los amantes de los buenos artículos.
Por un lado está “Muertos y requetemuertos” en el que Rosa nos recomienda la relectura o la primera inmersión en la obra de Patricia Highsmith y confiesa que la única vez que ha tenido que dejar de leer una novela en mitad de la noche por el agobio del texto, fue leyendo “Mar de fondo” de la escritora estadounidense. Abran esa puerta.
Luego un texto que a mí me ha entusiasmado mucho es “Escribir es resistir” que traza, a modo de cántico al esfuerzo y a la resistencia, los avatares de escritores no publicados y la alegría de algunos que han conseguido romper con el maleficio de la “no publicación” a fuerza de tesón.
Pero mi texto favorito es el que habla de Nabokov. “El jardín al que nunca volveremos” es una semblanza de Lolita, su autor y sus circunstancias. Un finísimo artículo sobre este escritor una invitación a releer su obra. Arranca este artículo con una deliciosa anécdota que da para un cuento largo o una novela corta, escrito con entusiasmo y con planteamientos interesantes que dan pistas por las que seguir buscando entorno a la figura del ruso.
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Las imágenes del texto que aluden a los libros son:
«oxígeno» (puesto que vivir sin leer «sería como vivir
en un mundo sin oxígeno»), «susurro embriagador»,
«las palabras de alguien que lleva muerto un siglo»,
«verdaderos talismanes», «antídoto para el dolor»,
«un calmante para la desesperación», «un excitante
contra el aburrimiento»
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