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La población de Homo sapiens magdalenienses, cazadores y recolectores prehistóricos que hace 14.000 años pintaron los bisontes en la cueva de Altamira en el Cantábrico ibérico, con toda probabilidad disponían de un acervo cultural, que por supuesto desconocemos en toda su extensión, pero incluía el arte como construcción social fundamental. Éste servía para incrementar su cohesión social interna como grupo determinado, pero seguramente también como clan que formaba parte de una red social más amplia de una población continental europea. Al igual que esta ilustración del arte en el contexto de la cultura, podríamos explicitar otras, pero vamos a continuar redundando en algo que parece lógico.
Pinturas Cueva de Altamira Pinturas Cueva de Altamira
Las culturas de los pueblos llevan consigo un substrato de conocimiento en el que raramente no está incluido la representación escultórica o gráfica. Ésta suele ser universal; así lo confirman las pruebas arqueológicas. Es decir, el arte es trasversal en muchas comunidades humanas a lo largo de la historia de la vida humana en nuestro planeta y, por supuesto, en todos los espacios donde Homo sapiens se ha establecido o ha transitado.
Es por eso que nos interesa en sobremanera cómo el arte es cultura y, por lo que nosotros sabemos, comunicación. Una aportación de símbolos, de códigos morfológicos que nosotros los humanos podemos interpretar diacrónicamente porque se trata de realidades o abstracciones de lo que somos o de lo que nos rodea.
Inteligencia operativa
En este sentido, parece lógico que el arte sea una expresión cultural que relaciona la inteligencia operativa con el lenguaje, dos de los pilares basales de la humanización y de la construcción cultural de nuestra especie. Por lo tanto, arte y cultura son construcciones relacionadas y producto de la evolución de nuestra inteligencia operativa.
Esto es así hasta el punto que, los especímenes artistas en poblaciones humanas determinadas, han sido los que han estructurado y dirigido las ideologías y los conocimientos, al igual que lo han hecho pensadores, filósofos y científicos. El arte debe considerarse reflejo y constructor cultural desde su emergencia hasta su socialización.
No existe arte sin cultura y por lo que parece, no existe cultura sin arte, por simple que este sea.
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