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Las investigaciones se dirigen ahora a verificar que este eje cerebro-intestino se amplía a un tercero: la flora, lo que probaría el poder que las microbacterias tendrían sobre nuestro cerebro y sobre nuestra conducta.
“La relación que hay entre el cerebro, la flora y las emociones está poco investigada. Hay estudios muy preliminares. Saber exactamente a nivel clínico cómo puede repercutir es difícil de precisar”,
Está constatado que las bacterias tipo lactobacillus y bifidobacterium son capaces de producir ácido gamma-aminobutírico, un neurotransmisor del cerebro que se encarga de regular muchos procesos psicológicos y cuya disfunción está relacionada con la ansiedad y la depresión.
Otro hallazgo, por ejemplo, se refiere a la serotonina o sustancia de gran influencia en los circuitos cerebrales implicados en la regulación del estado de ánimo que se encuentra en altas cantidades en el intestino.