Respuestas
Respuesta:
El Dios de la revelación judeo-cristiana es un Dios que se relaciona con el hombre.
No es un Dios abstracto, lejano, que se desentiende de su creatura y de su creación, sino
un Dios personal, implicado en la vida de los hombres, un Dios que entra en la historia,
aunque sin confundirse con la historia. Es el Señor de la historia. Por eso, conduce los
acontecimientos, sin mezclarse con ellos. Esta muy presente, pero guardando la
distancia. Es trascendente en su inmanencia. Más presente a nosotros que nuestra
propia intimidad, pero también trascendente, distinto, “otro”. Esta es la paradoja. No es
el Dios del deísmo, que se desentiende del mundo; pero tampoco es el Espíritu
hegeliano, que se despliega en la historia y se confunde con ella, un Dios que cobra
conciencia de sí mismo al desplegarse, de modo que casi necesita de la historia para ser
Explicación:
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