3. Para Leonardo Boff, ¿Qué es la política?
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Pasaron ya las elecciones municipales en un contexto político dramático, con un gobierno federal con baja credibilidad y con legitimidad discutible.
Gran parte de los políticos tienen como objetivo llegar al poder por intereses y una vez en el poder, promover la reelección. Muchos de ellos no viven para la política sino de la política. Se deforma así la naturaleza de la política como búsqueda del bien común. Y lo que es peor, el político interesado se sitúa por encima del bien y del mal. Sólo hace el bien cuando es posible y el mal siempre que sea necesario.
Pero es importante denunciar que se trata del ejercicio perverso del poder político. Max Weber en su famoso texto de 1919 a los estudiantes de la Universidad de Munich, desanimados por las condiciones humillantes impuestas por las potencias que vencieron a Alemania en la primera guerra mundial, La política como vocación, ya había advertido: «Quien hace política busca el poder. Poder como medio al servicio de otros fines o el poder por sí mismo, para disfrutar del prestigio que el poder confiere». Este último modo de poder político ha sido ejercido históricamente por gran parte de nuestras élites a fin de beneficiarse de él, olvidando al sujeto y destinatario de todo poder, que es el pueblo.
Necesitamos rescatar el poder como expresión político-jurídica de la soberanía popular y como medio al servicio de objetivos sociales colectivos. Sólo este es moral y ético. Es imperativo, pues, contar con políticos que no hagan del poder un fin en si y para su provecho, ligados a procesos de corrupción, tan largamente publicitados, sino una mediación necesaria para realizar el bien común, a partir de abajo, de los excluidos y marginalizados. El paleocristianismo llamaba a esto liturgia, que significaba: servicio al pueblo.
En este contexto queremos recuperar la figura sin par de político de los tiempos modernos que es Mahatma Gandhi. Para él la política «es un gesto amoroso para con el pueblo» que se traduce por el «cuidado del bienestar de todos a partir de los pobres». Él mismo confiesa: «Entré en la política por amor a la vida de los débiles; viví con los pobres, recibí parias como huéspedes, luché para que tuviesen derechos iguales a los nuestros, desafié a reyes, no sé cuantas veces estuve preso». Lo mismo se podría decir de otra figura ejemplar, Nelson Mandela, que después de decenas de años de prisión superó el apartheid de Sudáfrica.
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