¿Dramaticen las diferencia parte de loos relato ayuda a tu familia a prepararse para el sabado siete siervos especiales ?
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¿Qué pensarías si al llegar a tu casa hoy descubrieras que no hay alimentos para preparar la comida? ¿Qué pensarías si vieras que le están dando tu comida a otra persona? Esto sucedía algunas veces en la iglesia primitiva. Algunas personas no tenían nada para comer, mientras que otros tenían más que suficiente.
La joven iglesia seguía creciendo y creciendo. Los apóstoles estaban siempre demasiado ocupados. Todo el día y a diario enseñaban la Palabra de Dios a personas que tenían hambre de escucharla. Pero cierto día se presentó un problema muy desagradable.
Los creyentes que hablaban griego comenzaron a quejarse de los creyentes hebreos. Decían que estos no estaban repartiendo el alimento diario en forma equitativa.
Pensaban que las viudas griegas no estaban recibiendo lo que debían recibir.
Este era un problema al que podríamos llamar discriminación. Discriminación significa que no tratamos bien a algunas personas porque de alguna manera son diferentes a nosotros. Tal vez tienen un aspecto distinto, hablan un idioma diferente, se visten en forma diferente o comen alimentos diferentes. Daba la impresión de que los creyentes judíos estaban discriminando a los creyentes griegos.
Los apóstoles sabían que no iban a poder arreglar cada problema que surgiera en la nueva iglesia. Así que reunieron a toda la gente para hablar de ese asunto. —Nuestra obra es orar y enseñar la Palabra de Dios. Busquen entre ustedes siete hombres —les dijeron—. Elijan hombres que estén
llenos del Espíritu Santo y de sabiduría. Pondremos a estos hombres a cargo de este problema.
Los presentes se miraron y estuvieron de acuerdo.
—¡Es una buena idea! —dijeron.
Así que eligieron a siete buenos hombres. Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás llegaron a ser los primeros siete diáconos que tuvo la iglesia.
Los apóstoles oraron y pusieron las manos sobre ellos a fin de apartarlos para ese servicio especial. Entonces los apóstoles se sintieron libres de continuar con el trabajo que Dios tenía para ellos.
Dios le ha dado a cada uno de sus hijos un don especial para que lo use en su servicio. Algunos tienen el don de enseñar la Palabra de Dios. Esos son los maestros a quienes nos gusta escuchar y de los que aprendemos muchas cosas. Otros tienen el don de cuidar de los demás. Esas son las personas que siempre están contentas de poder ayudar a otros. Lavan la loza después de las reuniones de camaradería. Les ayudan a sus vecinos si tienen problemas con su carro. Dan alimento y ropa a las personas que lo necesitan.
Otro de los dones especiales de Dios es la habilidad para hacer las cosas de la mejor manera posible.
¿Conoces a alguna persona que tenga este don de organización? Otro de los dones especiales de
Dios es la habilidad para comprender y ayudar a las personas que están en problemas.
Cada uno de nosotros puede mostrar a los demás el amor de Jesús y amarlos de la misma manera en que él los ama.
Los apóstoles continuaban haciendo su trabajo especial de enseñar la Palabra de Dios. Y la joven iglesia seguía creciendo y creciendo. Cuando los creyentes de hoy emplean sus dones para servir a Dios, ¡la iglesia sigue y sigue creciendo! Cada creyente, incluyéndonos a ti y a mí, tiene un don especial y un trabajo especial que hacer para Dios.
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