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la vida se medía como los campos del fútbol: a ojo, en magnitudes metafóricas de varas, codos, leguas y otras ciento y algo referencias, cada una de su padre y de su madre y de la región donde te encontrases. El metro, una unidad salida directamente, en nombre y esencia, de la medida del mundo (del meridiano), tardó ocho años en tomar forma -porque primero había que medir ese meridiano-. Y quiso poner fin a una anarquía humana que hoy sólo se prolonga en forma de estadio de fútbol.
Porque la FIFA señala que lo único que importa es que el estadio sea rectangular. Una vez tienes la forma, un campo de fútbol, esa unidad de medidad, puede ser cualquier cosa entre los 45 metros y los 90 metros de ancho, y los 90 metros y los 120 metros de longitud. Es decir, en un estadio de fútbol oficial pueden caber dos estadios de fútbol, sólo un punto por debajo del misterio de la Santísima Trinidad. Ahí tienes tu primer argumento a favor de medirlo todo en campos de fútbol (o fracciones del mismo): no es algo tiránicamente preciso.
Incluso en nuestra Liga, aunque los estadios mantengan un cierto orden -más que nada porque sí hay una indicación de cuanto tiene que medir un campo para las competiciones internacionales-, encontramos diferencias notables entre ellos. El Ipurua, el campo del Eibar, mide 103 x 65 metros, mientras que el Benito Villamarín, dependiendo del día -y de si hay competición UEFA, que también tiene sus propias medidas y marca un ancho máximo de 68 metros- puede medir 105 x 70 metros. Es decir, 655 metros cuadrados de diferencia, lo suficiente para montarte unos cuantos pisos en el espacio que te sobra. ¡Y estamos hablando de dos estadios de la misma liga!
Así que ésa es parte de su magia: si vas a medirlo todo en campos de fútbol, aunque sean profesionales, tienes un margen de error como un chalé con piscina y terrenito de grande. Y eso sólo en las medidas, porque en aforo te lo puedes pasar aún mejor. El Ipurua, con sus apenas 7.000 asientos, juega en Primera aunque le falten más de la mitad de los asientos exigidos (hacen falta 15.000, en teoría), mientras que en Corea del Norte tenemos el Reungrado Primero de Mayo, con 114.000 asientos. Aquí la proporción es de 20 a 1. ¡Si utilizas los campos de fútbol para contar gente, puedes estirar todavía más el chicle!
Y en cuanto a lo que puedes contar, aquí te hemos dado alguna vez ejemplos, que van desde lo más pequeño hasta lo más enorme: todos los iPhones que vendió Apple en su mejor trimestre (mil campos de fútbol, tomando el Bernabéu como referencia), un iceberg del tamaño de la provincia de Alicante (812.000 campos de fútbol, misma referencia), y hasta el campo de fútbol de Oliver y Benji (que se estima que mide 18 kilómetros. Es decir, 150 campos de fútbol).
Porque ésa es la belleza de medirlo todo en fútbol: es imposible encontrar una medida exacta como la que nace del mundo. Cuando mides algo en campos de fútbol, en realidad estás midiendo como lo hacíamos antes del siglo XVIII: como buenamente se pueda. A ojo. De forma un poco irracional.