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Respuesta:
De acuerdo a los historiadores, el Imperio Romano
experimentaba en el siglo II d.C su época de oro,
con un gobierno benigno y una unidad cultural
que abarcaba toda la cuenca del Mediterráneo1
. No obstante aquello, entre 165 al 180 d.C estalló una peste que
afectó a todo el Imperio Romano cuyas proporciones
geográficas y humanas nunca antes habían sido vistas en
la historia de la humanidad2
. La llamada peste Antonina
constituye una de las coyunturas médicas más relevantes
para el devenir del mundo clásico y occidental, quizá al
mismo nivel de la peste negra en el siglo XIV o la gripe
española en 1918.
El impacto de la crisis puede ser catalogado sin duda
como global desde un punto de vista geográfico. En el
siglo II d.C el Imperio Romano tenía como límites en el
norte a Britania, el Rhin y el Danubio, al oriente el norte
de Mesopotamia, mientras que en África del norte, la
cuarta catarata del Nilo en Egipto y el desierto del Sahara
constituían las fronteras de un Imperio cuya población se
estima cercana a los 50 millones de habitantes. El Imperio
ocupaba gran parte de lo que actualmente es Inglaterra y
Alemania, toda España y Portugal, Italia, Suiza, parte de
Eslovaquia, República Checa, Croacia, Serbia, Montenegro, Albania, Bulgaria, Rumania, Grecia, Turquía, Siria,
Armenia, Israel, Palestina, Egipto, Libia, Marruecos y
Argelia