• Asignatura: Castellano
  • Autor: jhoanmadera2005
  • hace 6 años

“Aquí todo va mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda cosecha de cebada asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejaban, viendo como el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada. Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río.

d. ¿Cómo está conformado cada párrafo?
e. ¿Cuántas oraciones tiene el tercer párrafo?
f. ¿Qué entiendes por párrafo?
g. ¿Cuál sería la oración más importante de cada párrafo?

Respuestas

Respuesta dada por: Richardwatterson123
1

Respuesta:

La D porque.................................................................................................................................................................Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi

tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y

comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como

nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de

cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de

repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder

aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa,

fue estarnos arrimados debajo del tejabán, viendo cómo el agua fría que

caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.

Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce

años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se

la había llevado el río.

El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba

muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse

me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la

mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa.

Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese

sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño.

Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía

que había seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del río

era más fuerte y se oía más cerca… Se olía, como se huele una quemazón,

el olor a podrido del agua revuelta.

A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas.

Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa

en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua

se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta.

La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río

echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún lugar

donde no les llegara la corriente.

Y por otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber

llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de

mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único

que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la

creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el

río en muchos años.

Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero

de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya

muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas

y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por

la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo,

junto al río, hay un gran ruidazal y solo se ven las bocas de muchos que se

abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por

eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río

y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río

se había llevado a la Serpentina, la vaca esa que era de mi hermana Tacha

porque mi papá se la regaló para el día de su cumpleaños y que tenía una

oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.

No acabo de saber por qué se le ocurriría a la Serpentina pasar el río

este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía de a diario. La

Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo más seguro es que ha de haber venido

dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces

me tocó despertarla cuando le abría la puerta del corral, porque si no, de su

cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados, bien quieta y

suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.

Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió

despertar al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonc

se asustó y traó de reges pero al volverse se encontró entreverada y

acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez

bramó pidiendo que le ayudaran. Bró como solo Dios sabe cómo.

Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no

había visto también al becerrito que andaba con ella. Pero el hombre dijo

que no sabía si lo había vi Dios los ampare a ls dos.

La apuración que tienen ena Tach} se quedó sin nada. Porque mi

papá con mucho trabajo había conseguido a la Serpentina desde que era

u} corral, revolcándose

en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.

Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo

que pudo; pero  

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