4 pensamientos del nacionalismo

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Respuesta dada por: daylinmelendez
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El concepto de nación aparece en la Baja Edad Media. En los siglos XV-XVI se fraguan en Europa los primeros estados nacionales: España, Inglaterra, Francia o Portugal. Primero el principio de soberanía estaba encarnado en la persona del rey por una exageración del concepto cristiano de que todo poder viene de Dios. Después, con la Revolución francesa, ese principio de soberanía residirá en la nación.

El nacionalismo no es solo amor a la tierra donde uno ha nacido y que nos ha ayudado a crecer y a conformar nuestra identidad cultural. Más bien es una ideología que convierte a la nación en un fin en sí mismo, donde el individuo se siente obligado a dar su lealtad suprema al Estado Nacional, su devoción total por el cual la nación se convierte en un fin absoluto.

Cuando se produce esa elefantiasis o nación como concepto absoluto surgen también sus fiestas nacionales, sus panteones nacionales, sus banderas nacionales, su guardia nacional, etc, además de sus propios mitos. Pero no solo eso. También aparecen los sacrificios: la guerra ahora es un asunto de todos, por tanto, el servicio militar llega ser obligatorio en muchos casos. Surge en la historia todo ese proceso y eso conlleva también el nacimiento de la guerra moderna, con el consiguiente sufrimiento de millones de personas, crecimiento de la violencia y demás dramas existenciales.

Es la aparición de una religión cívica donde el Estado lleva a cabo ahora funciones (inscripción del nacimiento, vida y muerte de la persona) que antes correspondían solo a la Iglesia. Aparecen altares y expresiones como “El ciudadano nace, vive y muere por la Patria“, o “Todo por la Patria”.  Además, se procurará afianzar ese espíritu nacionalista a través de la educación (el nacionalismo siempre ha usado la escuela para adoctrinar y construir su propia ideología), donde también se impondrá un aspecto que suele ser decisivo: la homogenización lingüística.

De manera progresiva van conformándose nuevas naciones con sus respectivos ejércitos y sistemas de educación y con la mirada puesta en el pasado, en las tradiciones y en sus propios mitos: Alemania, Italia, Rusia, Polonia, Hungría, Rumanía, Checos, Eslavos, etc. Lo mismo ocurre en la América latina (Simón Bolívar) y en África, con la aparición de nuevos Estados después de la colonización. Y hoy día, la presencia del nacionalismo como ideología se manifiesta también en el problema anglo-irlandés del Úlster, en la difícil convivencia entre balones y flamencos en Bélgica, o los nacionalismos vasco y catalán en España.

Con el nazismo en Alemania, ciertas formas de racismo en Estados Unidos y Sudáfrica, o el etnocentrismo como tendencia emocional que hace de la cultura propia el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros grupos, razas o sociedades, el nacionalismo todavía encontró un modo más de envilecerse, siendo causa todavía mayor de ingente sufrimiento.

Por qué el éxito del nacionalismo

Si el nacionalismo tiene éxito es porque utiliza medios más sentimentales que intelectuales y que suele encontrar eco en el alma humana. La unidad es fácil en cuanto algo toca el corazón y las pasiones. Se suele encontrar una gran carga de sentimiento religioso, aunque secularizado. Por ejemplo en el “amor sagrado a la Patria” del himno nacional francés. Con adoctrinamiento bien dirigido, se crea entonces toda una mitología alrededor de lo nacional que hace que la gente lo acepte todo como verdad y esté incluso dispuesta a dar la vida por ello. Es aquello de “mi patria, tenga razón o no“.

El nacionalismo mantiene una visión reduccionista de la naturaleza humana. Poner el énfasis solo en la pertenencia a una nación específica, a una raza, etnia o cultura determinadas hace muy difícil la apertura al otro y la comunión con los demás. Y eso es vital para que se sea mas humano, para el diálogo intercultural y sentirse más parte de la raza humana, reconociendo la dignidad intrínseca de toda persona. El nacionalismo se empobrece, se queda pequeño y oscuro cuando se cierra a otros horizontes existenciales y deja de enriquecerse con la comunicación interpersonal. Aunque algunos intentan diferenciar entre nacionalismo y ultra nacionalismo, la realidad es que no hay ‘grados’ de nacionalismo, porque el nacionalismo en sí lleva ya en su propio seno el germen de la absolutización (nosotros/ellos) y la exclusión por método del otro.

Son muchos los pensadores que han reflexionado sobre el tema. A continuación se adjuntan comentarios de algunos de ellos.

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