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Quito. 01 sep 96. (Editorial) Se dice, y con acierto, que la historia de los pueblos muchas
veces exacerba la villanía de sus hijos y no sus glorias, por
pequeñas que parezcan. Sin embargo, el progreso de la
humanidad se ha construido del trabajo honesto, sacrificado y
sin ánimo de notoriedad de miles y miles de hombres y mujeres
que han soñado con días mejores para ellos y su descendencia,
que han declinado la lisonja en favor de causas más nobles que
la vanidad personal.
La verdadera historia de los pueblos aún está por escribirse y
en ella hay que recoger ese caudal de ideas, iniciativas,
obras silenciosas y acciones heroicas que están en la base de
la vida social y que hacen posible la persistencia de un
sentido común de patria y de honra, de trabajo y justicia, de
esperanza y entrega.
Sueños grandes como el de la equidad humana se han forjado en
la mente de hombres y mujeres que han ofrendado su vida en
favor de esta causa noble.
En nuestro país, un ejemplo importante constituye la educación
bilingüe intercultural, que fuer preconizada ya a principios
de siglo por el maestro Reinaldo Murgueytio, cuyo centenario
de nacimiento estamos celebrando precisamente hoy.
Reinaldo Murgueytio fue el inspirador y fundador del primer
normal rural para maestros indígenas, destinado a formar un
nuevo tipo de maestro rural, que tuviera los pies en el agro
ecuatoriano, que se elevara en su preparación cultural, que
adquiriera conocimientos y destrezas pedagógicas, que fuera al
rescate de la cultura, la identidad y el bilingüismo
quichua-castellano pero sobre todo, que fuera agente de
desarrollo y progreso con un sentido práctico, con visión de
futuro y con un profundo espíritu de patria.
El Normal Rural de Uyumbicho fue un proyecto que se inscribía
en la mejor herencia cultural del liberalismo, pero el maestro
Murgeytio advirtió que no podía haber una reforma de la
educación rural si no iba de la mano de la reforma agraria en
donde se verían cristalizadas las posibilidades de la cultura
propia y la libertad social. El respeto de este maestro de
indios por la cultura y lengua quichuas y su capacidad de
convertir la teoría pedagógica en una propuesta para la
educación de los indígenas, fueron sin duda su mayor aporte al
desarrollo de la educación ecuatoriana, que lamentablemente ha
perdido su propia historia y ha ensayado errores en vez de
valerse de la experiencia dejada por quienes, de modo hasta
temerrio para su época, lucharon en contra de que se mantengan
las condiciones ignominiosas de huasipungueros, peones,
precaristas, en general indios u campesinos del Ecuador.
La escuela de Artes y Oficios, que dio lugar luego al
Instituto Superior Central Técnico y a modalidades más
recientes como el SECAP fue impulsada con la creación de
nuevas especialidades para la capacitación de los jóvenes,
precisamente cuando ejerció las funciones de director.
Fue el primer intento exitoso de prestigiar y profesionalizar
las artes manuales y que todavía es una tarea pendiente para
un país que necesita concordar la capacitación profesional con
las necesidades de desarrollo.
Estas son solo dos de las muchas obras que este ilustre
educador ecuatoriano dejó como testimonio de una vida de lucha
en favor de los más humildes, testimonio que al igual que el
de muchos otros ecuatorianos valiosos, debe ser recogido con
justicia para el engrandecimiento de la historia ecuatoriana,
que como dijimos al inicio, no puede ser motivo de vergüenza
sino de orgullo sano.
veces exacerba la villanía de sus hijos y no sus glorias, por
pequeñas que parezcan. Sin embargo, el progreso de la
humanidad se ha construido del trabajo honesto, sacrificado y
sin ánimo de notoriedad de miles y miles de hombres y mujeres
que han soñado con días mejores para ellos y su descendencia,
que han declinado la lisonja en favor de causas más nobles que
la vanidad personal.
La verdadera historia de los pueblos aún está por escribirse y
en ella hay que recoger ese caudal de ideas, iniciativas,
obras silenciosas y acciones heroicas que están en la base de
la vida social y que hacen posible la persistencia de un
sentido común de patria y de honra, de trabajo y justicia, de
esperanza y entrega.
Sueños grandes como el de la equidad humana se han forjado en
la mente de hombres y mujeres que han ofrendado su vida en
favor de esta causa noble.
En nuestro país, un ejemplo importante constituye la educación
bilingüe intercultural, que fuer preconizada ya a principios
de siglo por el maestro Reinaldo Murgueytio, cuyo centenario
de nacimiento estamos celebrando precisamente hoy.
Reinaldo Murgueytio fue el inspirador y fundador del primer
normal rural para maestros indígenas, destinado a formar un
nuevo tipo de maestro rural, que tuviera los pies en el agro
ecuatoriano, que se elevara en su preparación cultural, que
adquiriera conocimientos y destrezas pedagógicas, que fuera al
rescate de la cultura, la identidad y el bilingüismo
quichua-castellano pero sobre todo, que fuera agente de
desarrollo y progreso con un sentido práctico, con visión de
futuro y con un profundo espíritu de patria.
El Normal Rural de Uyumbicho fue un proyecto que se inscribía
en la mejor herencia cultural del liberalismo, pero el maestro
Murgeytio advirtió que no podía haber una reforma de la
educación rural si no iba de la mano de la reforma agraria en
donde se verían cristalizadas las posibilidades de la cultura
propia y la libertad social. El respeto de este maestro de
indios por la cultura y lengua quichuas y su capacidad de
convertir la teoría pedagógica en una propuesta para la
educación de los indígenas, fueron sin duda su mayor aporte al
desarrollo de la educación ecuatoriana, que lamentablemente ha
perdido su propia historia y ha ensayado errores en vez de
valerse de la experiencia dejada por quienes, de modo hasta
temerrio para su época, lucharon en contra de que se mantengan
las condiciones ignominiosas de huasipungueros, peones,
precaristas, en general indios u campesinos del Ecuador.
La escuela de Artes y Oficios, que dio lugar luego al
Instituto Superior Central Técnico y a modalidades más
recientes como el SECAP fue impulsada con la creación de
nuevas especialidades para la capacitación de los jóvenes,
precisamente cuando ejerció las funciones de director.
Fue el primer intento exitoso de prestigiar y profesionalizar
las artes manuales y que todavía es una tarea pendiente para
un país que necesita concordar la capacitación profesional con
las necesidades de desarrollo.
Estas son solo dos de las muchas obras que este ilustre
educador ecuatoriano dejó como testimonio de una vida de lucha
en favor de los más humildes, testimonio que al igual que el
de muchos otros ecuatorianos valiosos, debe ser recogido con
justicia para el engrandecimiento de la historia ecuatoriana,
que como dijimos al inicio, no puede ser motivo de vergüenza
sino de orgullo sano.
Respuesta dada por:
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Reinaldo Murgueytio fue el inspirador y fundador del primer
normal rural para maestros indígenas, destinado a formar un
nuevo tipo de maestro rural, que tuviera los pies en el agro
ecuatoriano, que se elevara en su preparación cultural, que
adquiriera conocimientos y destrezas pedagógicas, que fuera al
rescate de la cultura, la identidad y el bilingüismo
quichua-castellano pero sobre todo, que fuera agente de
desarrollo y progreso con un sentido práctico, con visión de
futuro y con un profundo espíritu de patria.
Reinaldo Murgueytio fue Director del primer Colegio Normal Rural
normal rural para maestros indígenas, destinado a formar un
nuevo tipo de maestro rural, que tuviera los pies en el agro
ecuatoriano, que se elevara en su preparación cultural, que
adquiriera conocimientos y destrezas pedagógicas, que fuera al
rescate de la cultura, la identidad y el bilingüismo
quichua-castellano pero sobre todo, que fuera agente de
desarrollo y progreso con un sentido práctico, con visión de
futuro y con un profundo espíritu de patria.
Reinaldo Murgueytio fue Director del primer Colegio Normal Rural
OPTA:
no hay mucha informacion
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