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Acaba un año y como siempre sucede nos da por pensar en lo que hemos vivido y en lo que nos espera por delante.
Esta mañana he estado recordando cómo comenzó mi pasión por el violín, esta fijación que me acompaña desde hace ya bastantes años, y esa historia es lo que voy a intentar contar hoy, último día de 2018, mi vida como violinista aficionado.
Todo comenzó hace muchos años, en mitad de la noche, agitándome mientras vivía un sueño muy profundo y a la vez muy real: escuchaba música, una música bellísima que, por alguna razón, se correspondía exactamente con lo que sentía en mi corazón. Me daba lentamente cuenta de que era yo quien la producía y saberlo me llenó de una alegría intensa. En el sueño abrí los ojos para descubrir que era yo quien estaba tocando un violín. Con toda naturalidad, a toda velocidad, sin ningún esfuerzo pero con pasión y tenacidad. Fluían por mis dedos los sonidos sin el impedimento de ninguna técnica o incapacidad. Tocaba como quien respira. Era consciente de una cosa: se trataba de uno de los sueños más felices de mi vida.
En el confuso momento de despertar seguí pensando durante unos segundos que sabía tocar el violín, y que en muy poco rato volvería a coger mi instrumento para revivir aquellas sensaciones. Pero, inevitablemente, la vigilia y la consciencia me transmitieron la triste noticia: no podría volver a experimentar aquello porque nunca había tenido un violín ni sabía tocarlo.
A pesar de la dolorosa decepción de volver a la realidad, el enorme deseo de volver a sentir lo mismo que durante aquel sueño me llevó a tomar la decisión de aprender a tocar.
Compartí mi repentina obsesión con cierta persona que me quería quien, a pesar de responder con algunas burlas bienintencionadas, se dio cuenta de que era algo que deseaba realmente, de modo que, unos meses después, en mi 27 cumpleaños, me regaló un flamante y bellísimo violín chino con la condición de que cumpliera con mi palabra y aprendiera a tocar.
Resulta curioso que esta forma de desear tocar un instrumento no es original: a lo largo.
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