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Día 119
Otro error que no debes cometer
Parece que el microbio se resiste a marchar... Para que puedas seguir llevando tu reclusión lo mejor posible, aquí tienes un nuevo artículo de la serie Quédate en casa (a escribir). En esta ocasión te explico cómo puedes saber si estás haciendo un uso excesivo o incorrecto del gerundio y te doy las indicaciones necesarias para que puedas "desgerundizar" tu escritura.
Como ya sabrás, el gerundio es una de la formas no personales del verbo, como también lo son el infinitivo y el participio. El gerundio es bastante versátil: puede cumplir la función de verbo, de adverbio e, incluso, de adjetivo. Además, tiene una forma simple (por ejemplo, estando), y otra compuesta (por ejemplo, habiendo estado).
Precisamente, esta versatilidad del gerundio, unida al hecho de que la normativa limita por aquí y allá su uso, provoca que se recurra a él con más frecuencia de lo deseable y, muchas veces, en casos en los que no se permite.
Para que puedas tener una referencia objetiva de a partir de qué número de ocurrencias del gerundio en un texto empieza a hacerse patente el gerundismo, y así tú mismo puedas detectarlo, he llevado a cabo una pequeña investigación. Te la detallo:
En primer lugar, he buscado entre los textos que he ido corrigiendo estos últimos días uno en el que hubiese indicado un exceso de gerundios, y, cuando lo he encontrado, he calculado la proporción de gerundios: he visto que el texto tenía 296 palabras y que, de ellas, 10 eran gerundios, es decir, el porcentaje era superior al 3 %.
Luego he buscado un texto en cuya revisión no hubiese indicado ningún error en el uso de los gerundios, y, de nuevo, he calculado su proporción: he visto que el texto tenía 1099 palabras y que, de ellas, 6 eran gerundios, es decir, el porcentaje no llegaba al 1 %.
A continuación he calculado el porcentaje de gerundios en los textos de algunas obras conocidas, y he obtenido los siguientes resultados:
El primer párrafo del poema en prosa Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, tiene una extensión de 80 palabras, de las cuales sólo una es un gerundio, es decir, el porcentaje es poco más del 1 %.
El texto El Zahir, de Jorge Luis Borges, tiene una extensión de 3017 palabras, de las cuales sólo 6 son gerundios, es decir, el porcentaje en este caso no llega al 1 %.
Otro texto de este autor, La biblioteca de Babel, tiene una extensión de 2540 palabras, y en todo él no hay ni un solo gerundio, es decir, el porcentaje es 0 %.
En las 115 palabras que tienen el párrafo inicial de la novela Pedro Páramo, de Juan Rulfo, hay 1 único gerundio, es decir, el porcentaje no llega al 1 %.
Por último, he seleccionado un texto teatral, La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, y, en particular, sus dos fragmentos más conocidos, los monólogos de Segismundo, y he podido ver que en sus 528 palabras hay 11 gerundios, es decir, el porcentaje es poco más del 2 %.
Tengo ya, como puedes ver, una referencia más o menos válida de cuál es la proporción aceptable de gerundios en un texto, e, incluso, me he hecho con un dato tan significativo como es que podemos escribir un texto sin recurrir en ningún momento al gerundio. Puedes usarla ahora para saber si en tus textos estás incluyendo más gerundios de los debidos. Sigue estos pasos:
Cuenta los gerundios que hayas usado en un texto y el total de palabras del texto, divide el primer número entre el segundo y multiplícalo por cien: el resultado es el porcentaje de gerundios que tiene ese texto. No es necesario que uses un texto entero, sino que puede ser un fragmento de unas 400 palabras.
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Podrías ser más especifica para entender mejor si