• Asignatura: Historia
  • Autor: gerezdelfina7
  • hace 6 años

resumen de el hombre que no podia mentir capitulo VI​

Respuestas

Respuesta dada por: Adrianochilan307
5

Respuesta:

Una curiosa arquitecta, que se dispone a restaurar una antigua casona, descubre en un baúl una biografía de Manuel Belgrano, escrita por una amiga y vecina de la familia: Doña Trinidad. El documento repasa la vida política y militar, y nos devela las intensas vivencias de Manuel Belgrano.

Explicación:


elioamaya1970: la rrespuesta de adrian esta mal esta preguntando que el resumen
elioamaya1970: no la reseña esta mal
Respuesta dada por: elioamaya1970
2

Respuesta:

La casa era una triste ruina. Magalí miró a su alrededor, vio los pisos de baldosas rotas, las gruesas

puertas de madera apolillada, las paredes descascaradas, las molduras de los techos destruidas…

y suspiró de pura felicidad. Era una ruina pero

¡era suya! Y de sus padres, claro. Pero un poquito

más suya, porque ella la había elegido.

Magalí era una arquitecta joven y no había comprado la casa porque sí. Se había dado cuenta de que

esa construcción, que parecía una ruina, en realidad

estaba hecha de materiales nobles y duraderos.

Alguna vez había sido una casa muy linda y muy

lujosa. Con todos sus ahorros, más la ayuda de sus

padres, más la herencia de una tía abuela que había

vivido en Estados Unidos, consiguió comprar esa

casa viejísima, en un barrio alejado y no muy bueno

pero con posibilidades de mejorar. Le quedaba  

6Ana María Shua

suficiente dinero como para restaurarla y convertirla

otra vez en la mansión que debió ser alguna vez.

Después podría venderla con mucha ganancia.

Dejó en el suelo del salón su lap top y las bolsas de

muestras. Magalí siempre andaba cargando muestras: de cerámicas, de telas, de mármoles, de revestimientos, de maderas, para que sus clientes pudieran

elegir. ¡Ay, estaba tan harta de algunos clientes! Cambiaban de idea a cada rato, nunca estaban satisfechos,

se tomaban su tiempo para tomar decisiones y así las

obras siempre tardaban un poco más de lo calculado.

¡Qué bueno poder hacer un trabajo como este para

ella misma, sin que nadie la volviera loca con idas y

vueltas! Y también, qué responsabilidad…

Una vez más recorrió la casa imaginando cómo

quedaría todo después de la remodelación. En el

sótano volvió a encontrarse con el viejo baúl de madera y metal y pensó que era el momento de abrirlo

y revisarlo a fondo. A los dueños anteriores no les

interesaba en absoluto.

—¿Puedo quedarme con el baúl? —les había

preguntado.

—Por supuesto —le contestó la señora—. Ahí

no hay más que basura vieja.  

r

Fuera como fuera, el baúl mismo era genial,

pensó Magalí. Una vez que le quitara el moho,

bien limpio y lustrado, podría ser parte del equipamiento de la casa. Ya lo había abierto una vez,

no estaba cerrado con llave. Pero ahora, con un

poco de tiempo libre, se dedicaría a mirar lo que

había adentro.

En primer lugar, cubriendo todo lo demás, había

una prenda de encaje que alguna vez había sido un

bellísimo vestido de fiesta. Era largo, con mucho

vuelo y estaba muy arruinado, con manchas, agujereado por las polillas. Debajo del vestido encontró

un pantalón de montar antiguo, un par de botas de

cuero un poco mohosas y un juego de cucharitas

ennegrecidas que no debían de ser de plata porque

se las hubieran llevado. También había un libro con

las páginas pegoteadas, el retrato de una señora

anciana, gordita y elegante, en su bonito marco…

y un montón de papeles escritos a mano de los dos

lados. Estaban metidos en una carpeta y se los veía

tan ajados y amarillentos que Magalí tuvo miedo

de que se deshicieran al tocarlos. Le daba mucha

curiosidad saber lo que decían. Pero para poder

leerlos, iba a tener que llamar a su amiga Clara.

Clara era historiadora y trabajaba en el Archivo

General de la Nación. Unos días después se encontraron en la casa vieja. Cuando abrieron el baúl y vio lo que

contenía, a Clara le empezaron a temblar las manos.

—Pe… pe… pero esto… ¡Esto es increíble! No te

imaginás lo que significa esto para nosotros… ¡Es

un material valiosísimo!

—¿Será para tanto?

—Magalí, muchas gracias por llamarme. Fue

muy honesto de tu parte. ¡Un coleccionista podría

pagar una fortuna por este material!

—Pero ¿qué es?

—Todavía no sabemos, pero sí te puedo asegurar

que estos papeles son muy antiguos, no tienen menos de doscientos años. Voy a traer una caja especial

para llevármelos.

—No me animé a tocarlos…

—Hiciste muy bien.

—¡Pero me encantaría saber lo que dicen!

—Gracias a vos, estos papeles van a estar en el

Archivo General de la Nación, para que todos los

puedan leer. ¿Sabés qué? A medida que los vayan

restaurando, les voy a sacar fotos con el celu y te

las mando. Te lo merecés.  

—¿Y no los va a arruinar sacarles fotos?

—Lo que puede dañarlos es el flash, pero si uso

luz natural, con mucho cuidado de que no le dé

directamente…

Clara se llevó los papeles y comenzó la tarea.

Mientras Magalí iba arreglando la casa, los especialistas del Archivo General de la Nación restauraban

los textos. Era un trabajo muy artesanal. Primero

había que limpiarlos, porque los papeles antiguos

suelen tener bichos, hongos, pulgas, que podrían

“contagiar” a los otros documentos archivados.

Después, tocándolos con pinzas especiales o con

las manos enguantadas, los trabajaron con pinceles

y con distintos tipos de pegamentos, arreglando

las roturas con papel de arroz. Después los metieron en unos sobres de polipropileno vegetal, una

especie de plástico pero más poroso. Y recién ahí, a

Explicación:

no hay por capitulos solo es un cuento de largo

espero que te sirva

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