Respuestas
Respuesta:
Explicación:
los grandes levantamientos políticos producen grandes
efectos sociales concomitantes, aunque sean difíciles de
percibir o evaluar de manera inmediata. Esto es particularmente cierto cuando está en juego la construcción o disolución de grandes estructuras políticas, como la nación-Estado
mexicana en este caso. Las mitologías nacionales elaboradas
después de los hechos complican el panorama, pues su objetivo es precisamente construir una teleología de rectitud e
inevitabilidad, proceso durante el cual a menudo se crean
matorrales de narrativa oficialista que ocultan las rutas históricas no elegidas, se maquilla a los grupos o individuos
incómodos, y se magnifica el papel de las figuras heroicas.1
1 En un ensayo reciente que compara las historiografías hispanófona y
anglófona de la independencia de México, examino algunas de las fuerzas sociales, políticas e intelectuales que han dado forma a las interpretaciones del periodo 1808-1821 a lo largo del tiempo; véase Van Young,
“From Infancy to Decrepitude and Back Again”.
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Las tipologías de violencia política de masas, desarrolladas
por las ciencias humanas modernas, clasifican (con mayor
o menor detalle) estos levantamientos en gran parte según
la profundidad con que han cambiado las sociedades en que
ocurren, desde los golpes de palacio en un extremo hasta las
revoluciones sociales en el otro.2
Sin embargo, ya sea que el
levantamiento transforme a la sociedad profunda e irrevocablemente o sólo reacomode las altas esferas de la estructura de poder —en ambos casos creando un enorme alboroto
después del cual suele restablecerse el equilibrio—, la violencia política de masas que afecta a una sociedad entera tiene efectos importantes por sí misma. Esta violencia puede
reconfigurar las estructuras locales de autoridad de manera
permanente; comprometer los patrones de deferencia social;
movilizar, desmovilizar, desplazar y provocar la muerte de
amplios sectores de la población; interrumpir los procesos
económicos y destrozar los circuitos de intercambio. Además, el fin de la confrontación armada en gran escala entre
los grupos contendientes no necesariamente significa el fin
de la violencia. La lucha civil crónica de bajo nivel, la violencia más específica vinculada con la consolidación del
régimen, la resistencia organizada al nuevo orden político,
e incluso la contrarrevolución pueden continuar por años
(lo cual ocurre a menudo).
Más aún, la forma en que ocurre el cambio político inevitablemente deja un legado a las siguientes décadas o incluso
generaciones. Una vez concluida la peor parte de la lucha,