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Un día Miguel vio en la calle una señora con problemas de vista, la ayudo a cruzar la calle pero Miguel era un niño interesado y quería algo a cambio. La señora le dió una moneda pero Miguel no quedo contento y se fue, al día siguiente estaba saliendo de su casa y vio a un anciano con los mismos problemas de visión, este por el interés fue a ayudarle a cruzar la calle, Miguel estaba esperando algo a cambio y el anciano le dijo no tengo nada para darte pero si un consejo cuando quieras ayudar a alguien haslo con el corazón y con solidaridad no con interés y para recibir algo a cambio, Miguel entendió lo que estaba haciendo y decidió hacer las cosas con solidaridad
EL GRAN VALOR DE LA SOLIDARIDAD
En esa tarde lluviosa, que acompañaba mis sentimientos, despedía a mi madre que había dejado este mundo hace unos pocos días, era como si mi mundo terminara; acababa de cumplir los 12 años, que seria de mi vida sin ella.
En medio de mis pensamientos, mi madrina se acerco a secar las lagrimas que adornaban mi cara, me abrazo durante todo el entierro y me aconsejo quedarme con ella, mientras el juzgado decidía que pasaría con migo a partir de este día.
Los días lluviosos de octubre no me ayudaban a dejar mi tristeza, sin embargo los abrazos y las palabras de mi madrina, habían hecho que se pudiera sobrellevar. Ella me propuso quedarse con mi custodia, por lo que yo brinque de alegría, ella no remplazaría a mi madre pero en un futuro permitiría que yo pudiera sentir ese afecto.
Ahí fue donde pude darme cuenta, que ella era una persona solidaria, que me había apoyado a cruzar un obstáculo en la vida, sin esperar nada a cambio.