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Respuesta dada por: jefferchilquig10
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Comes más sano:

Si vas  a comer con alguien, lo normal es que te esmeres más en la cocina, o te pienses dos veces al escoger el sitio para cenar, con la idea de comer bien y con alimentos de calidad. No nos damos cuenta, pero nuestro hábitos alimenticios mejoran si lo hacemos, especialmente, en familia, y más concretamente si hay niños.

Somos más felices:

Con el estilo de vida que llevamos, en los que las prisas y el estrés no nos dan un respiro, no hay nada como un buen paréntesis, y que mejor que esto implique buena compañía, buena conversación y sobretodo, una buena gastronomía. Es un tiempo bien aprovechado que te carga de buena energía, mientras se disfruta de una buen plato, y más si es compartido.

Somos más educados:

¿En esto no habías caído, verdad? Cuando no comes solo, cuidas más tu comportamiento frente al plato. Las buenas maneras salen a relucir, incluso en algunos casos, cuando hay confianza entre los comensales. Este comportamiento más cuidado se hace más latente cuando se come o se cena fuera de casa.

Se fortalecen las relaciones y el contacto verbal

Este aspecto es importante cuando no solo se comparte mantel sino techo. Poner ideas y opiniones en común, hablar de cómo ha ido el día, bromas, risas… la convivencia se forja muchas veces a raíz de lo que se habla en la mesa, y las relaciones se hacen más estables y duraderas. Se aprende a escuchar, a respetar y a compartir, siendo más sociable

Nunca es tiempo perdido

Menos televisión y móvil y más charlar con la familia y los amigos es necesario para recuperar todo ese tiempo que no os veis, porque a lo largo del día cada uno tiene su trabajo, sus estudios, sus actividades… No hay nada como pasar tiempo de calidad de una manera divertida y agradable, algo que se consigue más fácilmente si a la vez, se come bien.

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