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Había una vez un pueblo que estaba en un pequeño valle, en un bosque muy lejano a la ciudad. En el pueblo había 100 habitantes. Había una herrería que vendía madera, una panadería que vendía yogures, una granja en la que arreglaban ropa...
Un día vino un turista de Sevilla que iba hacer una entrevista a los habitantes del pueblo, para después ponerla en el periódico. El turista quería ver como era su vida cotidiana y quiso ver la cárcel del pueblo para ver si había algún detenido o algún policía.
Cuando entró en la cárcel todo era muy tranquilo. El turista se extrañó mucho, no solo por lo tranquilo que estaba aquello, sino que también porque había objetos antiguos como unos jarrones de cerámica, trozos de casas muy antiguas y apartado de todo lo demás en el centro había una pequeña piedra preciosa… Cuando se acercó a la piedra preciosa no pudo sostener la tentación de tocar el cristal de la caja donde estaba metida. Todo estaba muy oscuro, no había ni un alma hasta que de repente aparecieron cinco personas del techo bajando por unas cuerdas, iban vestidos muy raro iban vestidos como de … policías. De pronto se lanzaron a por el turista y le ataron unas esposas y le metieron en una furgoneta. El turista pensaba que le habrían confundido con un recluto porque estaba en la cárcel, pero cuando los policías le dijeron que estaba detenido por intentar robar el símbolo del pueblo, la piedra preciosa más antigua y más cara de todo el mundo él les contó la historia de cómo estaba ahí, pero los policías no se lo creyeron .