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Durante esta década, las dos superpotencias vencedoras de la segunda guerra mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética, rompieron su alianza durante la guerra y se enemistaron convirtiéndose en líderes de dos bloques: el bloque Occidental (occidental-capitalista) liderado por Estados Unidos, y el bloque del Este (oriental-comunista) liderado por la Unión Soviética y el mundo vio formarse lo que se conoció como Guerra Fría.
Poco después del fin del conflicto mundial, la guerra civil en China, dio el triunfo de Mao Zedong quien instauró en la parte continental de su nación un régimen totalitario de base comunista que revolucionó al país, reconocido como República Popular China.
En la década de 1950, la disputa entre los dos nuevos ejes mundiales, se intensificó notablemente con la guerra de Corea y la posterior división del país en dos estados diferentes. Se inició una carrera armamentística sin precedentes que se extendería en las siguientes décadas, así la URSS y EE. UU. se iniciaron a la carrera de un arsenal nuclear capaz de destruir todo el planeta.
El proceso de descolonización iniciado después de la segunda guerra mundial se intensifica y marcará esta década y las dos siguientes. Imperios como el francés o el británico se desprenden de numerosas posesiones en África, Oriente Medio y Asia.
Estados Unidos vio una revolución cultural impulsada por el rápido desarrollo industrial y el consecuente fenómeno de consumismo. Alemania y Japón experimentaron una sorprendente recuperación económica en menos de dos décadas después del final de la guerra, había transformado a ambos países en potencias económicas, si bien no políticas ni militares. Por lo tanto, aunque Francia y Gran Bretaña tenían un mayor peso político, Japón y Alemania superaban a los dos países que obtuvieron la victoria en la segunda guerra e incluso su presencia en el comercio internacional superaba a la de la Unión Soviética.
Un proceso de importancia capital para el futuro de Europa y el mundo se inició cuando Robert Schuman pronunció la célebre declaración homónima y que constituye el embrión de la actual Unión Europea.